DE LUBAC: VUELTA A LAS FUENTES Y UNA MIRADA PROFUNDA DEL MISTERIO DEL HOMBRE Y DE DIOS

Henri-Marie de Lubac nació en Cambrai (Francia) en 1896. Ingresó en la Compañía de Jesús en 1913. Durante la Primera Guerra Mundial fue gravemente herido, experiencia que marcó profundamente su visión del sufrimiento humano y del misterio cristiano.
   Tras su formación filosófica y teológica, se destacó como profesor en Lyon-Fourvière, uno de los centros más importantes del renacimiento teológico francés del siglo XX. Allí entró en diálogo con autores patrísticos, medievales y contemporáneos, alejándose del neoescolasticismo manualista dominante.
   En los años 40 y 50 fue objeto de sospecha y censura por parte del Vaticano, especialmente tras la encíclica Humani generis (1950), que criticaba implícitamente a la Nouvelle Théologie. Fue apartado de la enseñanza y sometido a silencio académico.
   Su rehabilitación llegó con el Concilio Vaticano II, donde fue perito conciliar e influyó decisivamente en documentos clave como Dei Verbum y Lumen gentium. En 1983, Juan Pablo II lo creó cardenal, como reconocimiento a su aporte decisivo a la teología contemporánea.
   Murió en París en 1991.

NÚCLEO DE SU PENSAMIENTO TEOLÓGICO 
a) Naturaleza y gracia: De Lubac criticó la separación rígida entre naturaleza y gracia propia del tomismo neoescolástico.
Rechazó la noción de una “naturaleza pura” cerrada sobre sí misma.
Sostuvo que el ser humano está constitutivamente ordenado a Dios (desiderium naturale visionis Dei).
La gracia no es un añadido externo, sino el cumplimiento del destino humano.
Esta tesis fue central y polémica.

VUELTA A LOS PADRES
De Lubac promovió un retorno creativo a los Padres de la Iglesia, especialmente:
-Orígenes
-Ireneo
-Agustín
-Gregorio de Nisa
Defendió la lectura espiritual y simbólica de la Escritura, frente al reduccionismo histórico-crítico.

ECLESIOLOGÍA
Concibió la Iglesia como:
-Misterio
-Cuerpo de Cristo
-Realidad sacramental
Rechazó una visión meramente jurídica o sociológica de la Iglesia.

A continuación transcribimos unas líneas de un estudio hecho sobre su pensamiento y referente a la catolicidad y sacramentalidad de la Iglesia:

"De Lubac... en su obra 'Catolicismo' se refiere a ella desde el ángulo... de la unidad del género humano y de la redención.
   Ante todo, explica el sentido de católica, término que se emplea para denominarla desde el siglo II. De Lubac recuerda que los filósofos griegos clásicos utilizaban la palabra katho-likós para indicar una proposición universal, que es singular y no debe confundirse con una suma. Fue en este sentido que los cristianos comenzaron a llamar así a la Iglesia, tanto en griego como en latín. Esa catolicidad no está dada por la extensión geográfica ni por el número de fieles. La Iglesia ya era católica en la mañana de Pentecostés, cuando todos sus miembros cabían en una pequeña sala, lo siguió siendo cuando los cristianos eran una minoría y lo sería incluso si apostasías masivas le hicieran perder a casi todos sus fieles. Y aunque es verdad que debe despegarse necesariamente en el espacio y manifestarse a los ojos de todos, no es sin embargo de naturaleza material, sino espiritual. Esa catolicidad es, como la santidad, un principio intrinseco, no una cuestión geográfica o de cifras. Una vez más recurre a la Patristica y a Orígenes para desarrollar esa noción, que lo lleva a afirmar que la Iglesia, en cada hombre, se dirige a todo el hombre, comprendiendo toda su naturaleza y que por eso mismo, por tocarlo hasta el fondo de su ser, puede alcanzarlos a todos y tiene la ambición de reunirlos a todos. En este sentido, la misión de la Iglesia es revelar a los hombres la unidad nativa que han perdido, restaurarla y plenificarla...
   Con ese mismo principio aborda la reflexión sobre los sacramentos, que al ser medios de salvación, para De Lubac deben ser comprendidos como instrumentos de unidad. Al realizar, restablecer o reforzar la unión del hombre con Cristo, los sacramentos realizan, restablecen o refuerzan su unión con la comunidad cristiana, aspecto social del sacramento que está íntimamente ligado al primero. Para De Lubac, esta ligazón es tan estrecha que a veces se puede decir que el cristiano se une a Cristo por su unión a la comunidad. Más aún, sostiene que esta es la enseñanza constante de la Iglesia. La Redención y la Revelación, aunque alcanzan cada alma en forma directa, no son en principio individuales sino sociales, y la gracia que producen y que mantiene los sacramentos no establece una relación puramente individualista entre el alma y Dios o Cristo, sino que cada cual la recibe la medida que se agrega socialmente al único organismo poro que corre la savia fecundante, la Iglesia. Solo en la Iglesia producen su pleno efecto, pues 'en ella sola, sociedad del Espíritu, se participa normalmente del Don del Espíritu'." (CARLOS PIÑEIRO ÍÑÍGUEZ, "Henri de Lubac y la Teología contemporánea")

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