BASILIO Y GREGORIO DE NACIANZO: LUMINARIAS DEL SIGLO IV

Tras el Concilio de Nicea, y con una gran labor del insigne San Atanasio, parecía que el arrianismo debía retroceder y la ortodoxia triunfar. Sin embargo, la doctrina de Arrio sobrevivió durante un tiempo. En la generación siguiente a la de Nicea y Atanasio, San Basilio y San Gregorio Nacianceno fueron dos de los Padres que levantaron la bandera de la ortodoxia. John Henry Newman estudió en profundidad y nos dejó bellos escritos acerca de los mismos. A continuación presentamos algunas de las líneas escritas por el inglés.

"Así como Atanasio fue el gran campeón de la Fe Cató lica cuando los arrianos estaban en ascenso, así también, una vez que se hubo disipado el furor de esos asaltos, los principales instrumentos de la Providencia para reparar y consolidar sus murallas, por medio de la palabra, los escritos y los actos, fueron Basilio y Gregorio en Oriente, y Ambrosio en Occidente. No me ocupo por ahora de aquella gran lumbrera de Occidente que fue Ambrosio, sino de los santos Basilio y Gregorio,
   Uno tuvo que enfrentar a un soberano arriano, el otro, a la población arriana; y los dos triunfaron, uno en su propio campo de batalla, el otro con el sacrificio de su vida. Contrarios destinos los de estos dos santos y queridos amigos: muerte prematura uno, edad avanzada y solitaria el otro, los trabajos de Basilio fueron interrumpidos abruptamente, y las penas de Gregorio se prolongaron. El escenario donde se desarrolló la lucha de Gregorio fue la imperial ciudad de Constantinopla; el de Basilio fue el Asia Menor entera y sus provincias anexas. Dichos territorios habían sido ganados por la herejía desde el principio, y a mediados de siglo se hallaban en un deplorable estado de confusión en lo referente a religión. En eso tiempos turbados, el celo de Basilio por las iglesias, como misionero y predicador, se extendía más allá de los límites de su propia jurisdicción, pues primero fue sacerdote y luego obispo de Cesarea, y recién desde 358 hasta 379 fue exarca de la remota y bárbara Capadocia." ("La Iglesia de los Padres")

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