1. EL ESQUEMA PREVIO: De Fontibus Revelationis (“Sobre las fuentes de la Revelación”)
Este texto fue preparado por la Comisión Teológica preparatoria, dirigida por el cardenal Ottaviani (del Santo Oficio), antes de que comenzara el Concilio.
Enfoque y contenido:
Mentalidad preconciliar: seguía la línea del Concilio de Trento y del Vaticano I, centrado en defender la fe católica contra los errores modernos.
Tema central: la relación entre Escritura y Tradición como dos fuentes distintas de la revelación (“fontes”).
Subrayaba la autoridad del Magisterio como intérprete exclusivo y normativo.
Poca atención a la dimensión histórica, personal o salvífica de la revelación.
Estilo jurídico y escolástico, más preocupado por delimitar errores que por presentar el misterio de Dios que se comunica.
Reacción en el aula conciliar:
Cuando se presentó en 1962, fue rechazado por la mayoría de los padres conciliares, encabezados por figuras como Cardenal Bea, Suenens, Frings (con Ratzinger como asesor), Liénart, y König.
Ellos consideraban que el esquema:
Era demasiado negativo y polémico.
No reflejaba una visión viva de la revelación como diálogo entre Dios y el hombre.
Mantenía una duplicidad rígida entre Escritura y Tradición.
Por eso, fue devuelto para su completa reformulación, un hecho histórico porque fue el primer texto rechazado oficialmente del Concilio.
2. EL DOCUMENTO FINAL: Dei Verbum (“La Palabra de Dios”)
Aprobado el 18 de noviembre de 1965, tras tres redacciones y amplios debates. Fue redactado bajo la guía de una nueva comisión mixta (teológica y bíblica), con aportes decisivos de Ratzinger, de Lubac, entre otros.
Enfoque y contenido:
Presenta la revelación como el acto por el cual Dios se comunica a sí mismo en la historia, culminando en Cristo (DV 2).
“Dios invisible, movido de amor, habla a los hombres como amigos…”
Ya no habla de “dos fuentes”, sino de una única fuente de la revelación divina, transmitida por la Escritura y la Tradición, que brotan de la misma fuente y tienden al mismo fin (DV 9).
Se destaca la unidad orgánica entre la Palabra de Dios, la Tradición viva de la Iglesia y el Magisterio.
Acentúa el rol del Espíritu Santo en la interpretación y transmisión de la revelación.
Promueve la lectura bíblica en el pueblo de Dios, base del posterior impulso a la pastoral bíblica.
Estilo teológico más personalista y bíblico, en sintonía con la renovación teológica del siglo XX.
3. DIFERENCIAS ESENCIALES RESUMIDAS
Tema De Fontibus Revelationis (esquema previo) Dei Verbum (documento final)
Visión de la revelación Comunicación de verdades doctrinales. Autocomunicación de Dios en Cristo.
Fuentes de la revelación Dos fuentes distintas: Escritura y Tradición. Una sola revelación transmitida por ambas de modo complementario.
Tono y finalidad Defensivo, polémico, escolástico. Pastoral, bíblico, teológico, espiritual.
Papel del Magisterio Superior e intérprete único. En relación dinámica con la Palabra y la Tradición (DV 10).
Dimensión bíblica Secundaria. Central: invita al estudio y difusión de la Biblia.
Inspiración y verdad Enfocada en la inerrancia absoluta. Afirma la verdad “para nuestra salvación” (DV 11), abriendo la hermenéutica moderna.
4. En síntesis:
El cambio refleja un paso del “Dios que enseña verdades” al “Dios que se da a conocer personalmente”.
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