EGERIA, LA PEREGRINA DEL SIGLO IV

Egeria fue una mujer, probablemente de la Gallaecia (noroeste de Hispania), que realizó un viaje de peregrinación a Tierra Santa entre los años 381 y 384. Dejó escrito un diario conocido como la Peregrinatio Aetheriae o Itinerarium Egeriae, uno de los primeros relatos de viaje cristianos que se conservan.

En ese texto describe:

Las rutas que siguió desde su tierra hasta Jerusalén.

Sus visitas a lugares bíblicos como el Sinaí, Edessa y Constantinopla.

La liturgia y la vida cristiana en Jerusalén, especialmente las celebraciones de Semana Santa.

El manuscrito que nos llegó está incompleto, pero es una fuente histórica valiosísima porque nos permite conocer cómo eran las prácticas litúrgicas y la organización de la Iglesia en los primeros siglos del cristianismo.

El viaje de Egeria

Origen: Probablemente del noroeste de Hispania (la antigua Gallaecia, hoy Galicia o León).

Fecha: Hacia los años 381-384.

Recorrido:

Partió desde Hispania y atravesó el Imperio Romano.

Llegó a Constantinopla, donde ya la ciudad era centro cristiano.

Subió al Sinaí, visitando el lugar donde Moisés recibió la Ley.

Recorrió Palestina: Jerusalén, Belén, Jericó, Hebrón y otros lugares vinculados a la Biblia.

Llegó hasta Edessa (en la actual Turquía), ciudad cristiana muy importante.

Esquema del viaje de Eteria (381–384 aprox.)

1. Salida desde Hispania (Gallaecia, noroeste de la Península Ibérica)

Lugar de origen incierto (Galicia, León o Asturias).

Inicia el viaje motivada por la fe y con apoyo de su comunidad.

2. Camino hacia Oriente

Cruza el Imperio Romano hasta Constantinopla, capital imperial desde 330.

Probable paso por Italia y los Balcanes.

3. Peregrinación al Sinaí

Subida al Monte Sinaí (lugar donde Moisés recibió la Ley).

Visita también lugares vinculados al Éxodo (Mara, Refidim, etc.).

4. Estancia en Palestina

Jerusalén: centro de su peregrinación, donde describe la liturgia diaria y festiva.

Belén: lugar del nacimiento de Jesús.

Jericó y el Jordán: escenarios de episodios bíblicos.

Hebrón: tumba de los patriarcas.

5. Viaje a Mesopotamia

Llega a Edessa (actual Turquía), ciudad muy cristiana y centro de veneración por la figura del rey Abgar.

6. Regreso (incompleto en el manuscrito)

El final de su relato no se conserva.

Es probable que volviera a Constantinopla y de allí a Hispania.

Duración total estimada: unos 3 años.
Obra resultante: Peregrinatio Aetheriae, donde narra sus viajes.

Motivación: La devoción cristiana. Ella habla con entusiasmo de la Biblia, de la oración y de la experiencia de “ver con sus propios ojos” los lugares santos.

Importancia histórica de su testimonio litúrgico

El Itinerarium Egeriae es fundamental porque:

1. Liturgia de Jerusalén: Describe con detalle cómo se celebraban los oficios, sobre todo en Semana Santa, Pascua y Epifanía. Gracias a ella sabemos cómo era la liturgia en el siglo IV, antes de muchas reformas posteriores.

2. Vida eclesial: Refleja la participación activa de la comunidad cristiana: procesiones, lecturas bíblicas, oraciones en los lugares santos.

3. Historia de la peregrinación: Es uno de los primeros testimonios de viaje a Tierra Santa que nos llegó, mostrando que la peregrinación ya era práctica habitual en el cristianismo primitivo.

4. Valor literario y cultural: Aunque el manuscrito está incompleto y escrito en un latín popular (no clásico), nos da información lingüística muy útil para la historia del latín vulgar.

ESCRIBIÓ: “Si de continuo debo dar gracias al SEÑOR por todas las cosas, cuánto más habré de hacerlo por tantas y tamañas mercedes como ha consentido concederme a mí, tan poco digna y tan poco merecedora de ellas, permitiéndome recorrer todos aquellos lugares fuera del alcance de mis méritos. Tampoco podría agradecer nunca lo bastante a todos aquellos santos varones que se dignaron acoger a mi humilde persona en sus ermitas con ánimo solícito, o conducirme por todos aquellos parajes que yo iba buscando con las sagradas Escrituras en la mano.”

EN RESUMEN: Eteria fue pionera en las peregrinaciones cristianas y su relato nos conserva un retrato único de la liturgia de Jerusalén en el siglo IV, además de mostrar la fuerza de la fe que llevaba a los cristianos a recorrer miles de kilómetros.

Comentarios