Los iconos son "representaciones visibles de espectáculos misteriosos y sobrenaturales", nos dice la lograda fórmula de Dionisio Areopagita. Pero para llegar a dichos espectáculos se requiere una ascesis de la mirada, un largo itinerario que va de la visión oscura, y como por espejo, en camino hacia la visión facial (cf. 1 Cor 13, 12).
Según las primeras palabras del Génesis, Dios "creó el cielo y la tierra" (Gen 1, 1), y esta división de toda la creación en dos partes ha sido siempre considerada como un dato fundamental, al punto de que en el propio Credo llamamos a Dios "Creador de las cosas visibles e invisibles". Pues bien, estos dos mundos, como señala Florenskij, están en contacto. Pónese así el problema de los confines ". El icono está en el límite preciso que une ambas orillas y comunica al que lo contempla lo que el Studita llamaba "la consolación de la ausencia".
El entero cosmos sacramental se ubica en esta esperanzadora frontera entre lo visible y lo invisible, entendiendo ahora por invisible no sólo lo que trasciende nuestra mirada corporal, sino también todo el orden sobrenatural. A los sentidos se dirigen los sacramentos, la liturgia, el icono, para que a través de ellos crucemos la ribera. Sólo al fin de la liturgia de San Juan Crisóstomo, los fieles pueden confesar con admirable realismo: "Hemos visto la Luz verdadera". Refiriéndose a lo que nos ocupa, escribe el Damasceno: "Porque somos de doble sustancia, a saber, compuestos de alma y cuerpo, y no estando nuestra alma completamente desnuda, sino cubierta como por un cierto velo, en modo alguno podemos llegar a las cosas espirituales, sin las obras de las cosas corporales. Así como por las palabras sensibles oímos con los oídos del cuerpo, y entendemos las cosas que son espirituales, así también por la visión corporal progresamos hacia la contemplación espiritual. Por eso Cristo asumió cuerpo y alma, porque el hombre consta de cuerpo y alma. Por eso es también doble el bautismo, a saber, de agua y de Espíritu". (ALFREDO SÁENZ, "El icono, esplendor de lo sagrado")
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