DOMINGO DE GUZMÁN, FIGURA CENTRAL DEL SIGLO XIII

Domingo de Guzmán (c. 1170 – 1221), también conocido como Santo Domingo de Guzmán, fue un sacerdote castellano y fundador de la Orden de Predicadores, conocidos como dominicos. Es una de las figuras más influyentes de la Iglesia en la Edad Media y fue canonizado en 1234.

“¡Difícil abocetar una semblanza de este glorioso santo español y universal en pocas páginas!
     Santo Domingo, físicamente, fue la conjunción de una mens sana in corpore sano…
     Inteligencia de primer orden, perspicaz para captar la esencia de las cosas, profunda en los ahondamientos, intuitiva frente a la realidad, ágil para razonar.
     Voluntad pronta y firme.
     Memoria tan feliz como para dejar admirados a cuantos le conocieron y trataron…
     Fue austero como su tierra castellana; fuerte como el linaje de caballeros de quienes descendía a través de muchas generaciones; sano, con salud bien acreditada…
     Psicológicamente fue un hombre muy agradable, con pleno dominio de sí mismo, sin dejar traslucir nunca las muchas preocupaciones que desde que comenzó sus trabajos misioneros embargaban su ánimo. Las guardaba en su interior; luego, por las noches, cuando estaba a solas con nuestro Señor, se enfrentaba con ellas en la presencia de Dios.
     Su semblante reflejaba serenidad y alegría. Por los caminos hablaba con sus compañeros de viaje, y en los despoblados cantaba con voz sonora y bien timbrada, como si no tuviera problemas de ninguna clase…-
     Sobre una naturaleza tan rica actuó la gracia divina, elevando, perfeccionando y sobrenaturalizando todas aquellas prendas humanas…
     Analizando la vida de Santo Domingo, parece como si su santidad personal, derivada, por supuesto, de la gracia divina, se hubiese nutrido, sobre todo, de la fe teologal y manifestado principalmente en forma de generosidad, que es una manera de ser de la caridad.
     Fe, convicción y adhesión a estas tres verdades: la existencia de Dios, creador universal y providente; la realidad de un plan divino sobrenatural del que forman parte las criaturas humanas, la encarnación de Cristo, su magisterio y redención, la institución de la Iglesia como empresa de salvación de los hombres mediante su doctrina, sacramentos y leyes positivas…
…la iglesia le ha aplicado las palabras del libro del Eclesiástico: ‘Como el lucero de la mañana, como la luna llena, como el sol resplandeciente, brilló en la Iglesia de Dios…’
     (Ya no tenemos a Domingo) pero queda la Orden, buen espejo para quien quiera conocer siquiera algunas de las calidades del santo. Quedan los documentos y modo de ser dominicano. Por imperativo de leyes biológicas físicas, el hijo reproduce una naturaleza similar a la del padre; y por imperativos de leyes biológicas morales, los religiosos de la Orden de los Predicadores reflejan el talante humano y espiritual de su fundador.” (JOSÉ MACÍAS, Santo Domingo de Guzmán. BAC popular. Madrid. 1979, pp. 262-267)

De él nos dice un antiguo historiador de la Orden por él fundada:

"La vida de Domingo era tan virtuosa y el fervor de su espíritu tan grande, que todos veían en él un instrumento elegido para la gloria divina. Estaba dotado de una firme ecuanimidad de espíritu, ecuanimidad que sólo lograban perturbar los sentimientos de compasión o de misericordia; y, como es norma constante que un corazón alegre se refleja en la faz, su porte exterior, siempre gozoso y afable, revelaba la placidez y armonía de su espíritu.
  En todas partes, se mostraba, de palabra y de obra, como hombre evangélico. De día, con sus hermanos y compañeros, nadie más comunicativo y alegre que él. De noche, nadie más constante que él en vigilias y oraciones de todo género. Raramente hablaba, a no ser con Dios, en la oración, o de Dios, y esto mismo aconsejaba a sus hermanos.
  Con frecuencia, pedía a Dios una cosa: que le concediera una auténtica caridad, que le hiciera preocuparse de un modo efectivo en la salvación de los hombres, consciente de que la primera condición para ser verdaderamente miembro de Cristo era darse totalmente y con todas sus energías a ganar almas para Cristo, del mismo modo que el Señor Jesús, salvador de todos, ofreció toda su persona por nuestra salvación. Con este fin, instituyó la Orden de Predicadores, realizando así un proyecto sobre el que había reflexionado profundamente desde hacía ya tiempo...
  Dos o tres veces fue elegido obispo, pero siempre rehusó, prefiriendo vivir en la pobreza, junto con sus hermanos, que poseer un obispado."

Legado

Fundador de una de las órdenes más influyentes del cristianismo.

Promotor del ideal del predicador teólogo, que une vida espiritual y enseñanza doctrinal.

La Orden Dominicana ha dado numerosos santos, teólogos (como Santo Tomás de Aquino), misioneros y mártires.

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