Justino el Filósofo, fue uno de los primeros apologistas griegos que escribieron en defensa del cristianismo. Nació hacia el año 100 en la ciudad de Flavia Neapolis (actual Nablus, en Cisjordania). Inicialmente filósofo pagano, tras su conversión abrió escuela en Roma y tendió puentes con el judaísmo y el paganismo, con el objetivo de propagar la idea de que el Cristo fuera la encarnación del Logos.
De sus variados escritos, sólo conservamos dos Apologías, escritas en defensa de los cristianos, dirigidas al emperador Antonino Pío; y una obra titulada Diálogo con el judío Trifón, donde defiende la fe cristiana de los cuestionamientos por parte de los judíos. En esta obra relata autobiográficamente su conversión.
En las Apologías, admira en su exposición el profundo conocimiento de la religión y mitología paganas—que se propone refutar—y de las doctrinas filosóficas más en boga ; cómo intenta utilizar cuanto de aprovechable encuentra en el bagaje cultural pagana -sobre todo el platonismo-; su valentía para anunciar a Cristo—sabiendo que se jugaba la vida—y su capacidad de ofrecer los argumentos racionales más adecuados a la mentalidad de sus oyentes.
En la Apología explica cómo la nueva vida en Cristo transforma a la persona:
"Los que antes nos complacíamos en el desenfreno, ahora sólo amamos la castidad; los que nos entregábamos a las artes mágicas, ahora nos hemos consagrado al Dios bueno e ingénito; los que amábamos por encima de todo el dinero y el beneficio de nuestros bienes, ahora, aun lo que tenemos lo ponemos en común, y de ello damos parte a todo el que está necesitado; los que nos odiábamos y matábamos, y no compartíamos el hogar con nadie de otra raza que la nuestra, por la diferencia de costumbres, ahora, después de la aparición de Cristo, vivimos juntos y rogamos por nuestros enemigos, y tratamos de persuadir a los que nos aborrecen injustamente para que, viviendo conforme a los preclaros consejos de Cristo, tengan la esperanza de alcanzar, junto con nosotros, los bienes de Dios, soberano de todas las cosas." (SAN JUSTINO, Apología 1, 14-17)
Comentarios
Publicar un comentario