Alumno: Michael Daniel López Palacio
Fecha de entrega: 2/10/2025
TRABAJO PRÁCTICO DE HISTORIA DE LA IGLESIA:
Los santos, arquetipos de la Cristiandad
1- Elaborar una breve reseña biográfica del santo elegido (entre una y dos carillas, indicar las fuentes).
2- Recomendar dos libros que traten de la vida del santo. Elaborar la reseña bibliográfica de cada uno (autor, título, subtítulo, editorial, lugar y fecha de edición).
3- Elegir algún capítulo del libro y resumirlo.
4- Explicar el contexto histórico y eclesial en el que le tocó actuar al santo (respuesta de una a dos páginas).
5- Investigar sobre las formas en la que el arte cristiano representó al santo. Elegir una imagen, compartirla y señalar autor, época, movimiento artístico y qué aspectos quiso representar el artista.
6- Exposición oral de 10/15 minutos.
NOTA: El 9/10 se realizará durante el desarrollo de la clase un trabajo de integración a partir de la información aportada por todos los alumnos.
SANTA INÉS (VÍRGEN Y MARTIR)
1. RESEÑA HISTÓRICA
Santa Inés de Roma Nació alrededor del año 291 en Roma, de familia “Clodia” (importante y noble familia romana) convertida al cristianismo, conformada por padres ricos y virtuosos; fue educada con un grande amor a la Religión Cristiana y desde muy tierna edad formó una idea cabal del estado feliz de la virginidad; ya a la edad de 12 años era extraordinariamente hermosa y estaba segura de su fe.
“Las instrucciones de sus padres solo sirvieron de fomentar las impresiones de la gracia. El Espíritu Santo había producido en aquel tierno corazón unos sentimientos tan nobles, y tan cristianos, que a los diez años de su edad parecía haber llegado a una consumada y eminente perfección”
Sus diversiones en la niñez eran únicamente los ejercicios de devoción más tierna.
Desde muy niña sintió el llamado de Jesús en su corazón, por lo que decidió convertirlo en templo y morada del Espíritu Santo, y consagrarse por entero al servicio de Dios y del prójimo. Le prometió a Cristo que no mancharía su pureza virginal, pues quería preservarse para los goces espirituales sin perder el tiempo en los goces mundanos y efímeros.
Varios hombres la pretendieron, atraídos por su singular belleza, por el prestigio y fortuna de su familia, pero ella firme en su decisión los rechazó a todos.
Un hombre llamado Procopio, hijo del prefecto de Roma, la pidió en matrimonio a sus padres, pero no tuvo respuesta de ellos, entonces buscó la manera de hablar directamente con Inés y la encontró un día en una plaza pública; le prometió darle una vida holgada llena de comodidades si aceptaba casarse con él.
Respondió Inés: “He sido solicitada por otro Amante. Yo amo a Cristo y vivo solo de su amor; soy toda suya y le quiero más que a mi alma. Seré la esposa de aquel cuya Madre es Virgen. Cuando le amo, sigo siendo casta; cuando me llego a Él, sigo siendo limpia; cuando me uno a Él, sigo siendo virgen.”
Estas palabras indignaron e hirieron en su orgullo a Procopio y fue tanto su malestar que cayó enfermo; cuando se recuperó decidió vengarse y aprovechó que el emperador Diocleciano acababa de emitir un edicto de persecución para los cristianos para denunciar a Inés ante las autoridades.
Cuando la capturaron intentaron sujetarla con argollas de hierro en las muñecas, pero como sus manos eran aún tan pequeñas y delicadas no lo lograron, es por esto que le propusieron consagrarse en el templo de la diosa Vesta, pero Inés se negó rotundamente haciendo con gran valentía frente a tal templo la Señal de la Cruz; su actitud enfureció al juez y fue condenada a ser llevada a un lupanar (lugar de mujeres de mala vida) para que su cuerpo fuera profanado por cualquier hombre; para tal condena, Inés fue arrastrada desnuda por las calles de Roma mientras un pregonero iba delante afirmando que era una mala mujer que había ofendido a los dioses. Cuando entró al lupanar, Inés se puso de rodillas y llorando pidió a Dios que enviara sus ángeles para que protegieran su virginidad, en ese instante le crecieron prodigiosamente todos sus cabellos hasta cubrirle todo el cuerpo y un ángel apareció y le entregó una vestidura blanca; cuando entró en la habitación el primer hombre que pretendía ultrajarla, la estancia fue iluminada por una luz cegadora tan resplandeciente como la luz del sol, el hombre quedó ciego de inmediato, en algunas versiones se afirma que dicho hombre era Procopio y que murió allí mismo.
Resucitado por las oraciones de Santa Inés, despertó, proclamando la soberanía de Dios y convirtiendo a muchos testigos.
Otra famosa versión de la historia cuenta que Santa Inés, ya sea camino al burdel o en otro momento de su castigo, fue condenada a ser arrastrada desnuda por las calles. De nuevo, en un milagro asombroso, la pureza de Inés quedó protegida: su cabello creció a un ritmo vertiginoso, cubriéndole todo el cuerpo y protegiéndola de las miradas lascivas.
El milagro del cabello de Santa Inés – José de Ribera
Durante el tiempo que Inés permaneció en el lupanar se suscitaron muchas conversiones gracias a los prodigios que allí habían acontecido y también por ver el testimonio de esta jovencita.
Pasados unos días, el juez la condenó a morir degollada para evitar que siguiera dando testimonio de su fe; ante esta sentencia, las personas del alrededor estallaban en llanto por la corta edad de la niña, sin embargo, ella con gran alegría recibió la noticia diciendo: “Muera el cuerpo, que puede ser amado de los hombres, y viva el alma, que es agradable a los ojos de Dios.”
Antes de ser degollada el verdugo intentó persuadirla por última vez de que renegara de su fe y de que aceptara casarse con el hijo del prefecto, respondió entonces Inés: “Injuria sería para mi Esposo si aceptara el amor de otros pretendientes, únicamente me entregaré al que primero me eligió, Jesucristo.” “¿por qué tardas tanto, verdugo? Perezca este cuerpo, que no quiero que sea de ojos que no deseo complacer”; y así, Inés como manso cordero inclinó su cabeza a disposición del verdugo quien asestó el golpe mortal.
Así recibió Inés la palma del martirio, del triunfo sobre la muerte eterna, el 21 de enero del año 304, a sus 13 años de edad; su corta vida en esta tierra fue ejemplo de Fe y valentía para las jóvenes que prefieren las delicias espirituales en medio de una sociedad materialista y mundana.
Santa Emerenciana, amiga de Santa Inés, era catecúmena, fue apedreada por ser vista rezando ante su tumba y en virtud del martirio recibió el bautismo de Sangre.
En ella se cumplió la palabra del Evangelio: “Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios”
Sus padres pudieron recoger su cuerpo y sepultarlo en un sepulcro familiar a un lado de la vía Nomentana, a las afueras de Roma.
EL CULTO DADO A ELLA.
De todas las vírgenes mártires de Roma, ninguna fue considerada con tan alto honor por la iglesia primitiva, desde el siglo IV, como Santa Inés.
El nombre de Inés figura el 21 de enero en la Depositio Martyrum de 336, del que pasó luego al Martyrologium Hieronymianum y al canon de la misa romana y ambrosiana. En el s. VI también se lee en el calendario de la Iglesia de Cartago, así como en otras liturgias occidentales. La liturgia romana celebra una segunda fiesta de Santa Inés el 28 de enero, llamada en el Martyrologium Hieronimianum Agne genuinum.
Esta segunda conmemoración tiene todos los aspectos de ser una octava y por tal la tienen algunos Sacramentarios de los s. IX y X. Sin embargo, bien puede ser otra nueva festividad creada como contraposición al natali de passione.
Los primeros sacramentarios dan la misma fecha para su festividad, y es en este día que la Iglesia latina aún hoy mantiene sagrada su memoria.
El monumento más importante del culto a ella es la basílica que sobre la tumba de la vía Nomentana mandó edificar Constanza, hija de Constantino, y en la que reposaron luego sus restos.
Desde finales del siglo IV, los Padres de la Iglesia y los poetas cristianos han cantado sus alabanzas y ensalzado su virginidad y heroísmo en medio de la tortura.
La piedad popular hacia Santa Inés en los primeros siglos se manifestó a través de la veneración de reliquias y la peregrinación a su tumba en Roma, especialmente tras su martirio en el siglo IV. La devoción se expresaba en la construcción de basílicas en su honor, como la Basílica de Santa Inés extramuros, la celebración de fiestas y procesiones en su día, y el desarrollo de leyendas y narrativas populares que destacaban su fe y pureza, inspirando a los fieles a imitar su ejemplo.
LA BASÍLICA DEDICADA EN SU NOMBRE.
Basílica Sant´Agnese in Agone de Roma
Esta basílica fue restaurada por el papa Símaco (498-514) y totalmente reedificada por el papa Honorio I (625-638), que mandó colocar en el ábside de la nueva basílica un bello mosaico, representando a Inés entre los pontífices Símaco y Honorio, vestida a la usanza bizantina.
En el s. XVII volvió a ser restaurada por iniciativa de los cardenales Medici y Sfondrati. El papa Honorio III (1216-27) trasladó la cabeza de la mártir al Sancta Sanctorum de la basílica lateranense, de donde en tiempos recientes pasó a la basílica dedicada a la santa en la plaza Navona.
El resto de sus reliquias, cuya autenticidad no es ciertamente segura, se conservan en la basílica de la vía Nomentana dentro de la arqueta de plata mandada hacer por el papa Paulo V (1605-21) y colocada en un pequeño nicho sepulcral, bajo el rico altar que también fue construido por orden del mismo papa.
La basílica fue elevada a título cardenalicio por el papa Inocencio X en 1654. En 1708 se erigió en ella una parroquia.
Basílica Sant´Agnese in Agone de Roma
En esta Iglesia de Santa Inés en Agonía, se conserva una de las reliquias más impactantes que encontramos en Europa. Nada más y nada menos que el cráneo de la Santa. Muchos son los peregrinos que acuden a este templo para venerar la reliquia.
Reliquia de Santa Inés
Escaleras que conducen a la Basílica de Santa Inés
Basílica de Santa Inés
Basílica de Santa Inés
Sant'Agnese in Agone (Roma)
Estilo Barroco: Es una obra maestra barroca con elementos arquitectónicos llamativos.
Fachada Cóncava: Diseñada por Borromini, la fachada cóncava da la impresión de que la cúpula es más grande.
Cúpula Destacada: La cúpula fue elevada para resaltar sobre las torres laterales.
Interior y Decoración: Cuenta con estucos dorados, frescos en la bóveda que representan la glorificación de Santa Inés, y columnas de mármol rojo.
Reliquias: Alberga el cráneo de Santa Inés en un santuario.
Basílica de Santa Inés
Mosaico de la Basílica de Santa Inés
Techo de la Basílica de Santa Inés
Altar de la Basílica de Santa Inés
Restos de Santa Inés
2. TEXTOS QUE TRATEN DE ELLA
Para este respecto no he logrado encontrar libros que traten de ella, pero sí algunos escritos muy fidedignos que tocan de manera muy breve pero que resaltan la magnitud de santa que tenemos en la niña Santa Inés.
Los escritos que refieren noticia de la pequeña mártir son: el De Virginibus, 1,2, y el De Officiis, 1,41, de San Ambrosio; el poema 14 del Peristephanon de Prudencio (siglo V) y el himno, quizá ambrosiano, “Agnes beatae virginis” (PL 17,1210-11), y anexo además una cita de Dom Prosper Guéranger (Monje y sacerdote francés del siglo XIX).
ESCRITO EN VERSO POR AURELIO CLEMENTE PRUDENCIO, POETA HISPANO-LATINO [348-410], en el Libro de las coronas [De Las Verdaderas Actas de los Mártires, III, 22-28; Madrid 1776]
En De Virginibus, este hermoso tratado, San Ambrosio dedicará particularmente el capítulo 2 para hablar acerca de Santa Inés.
Tiene un comienzo favorable, pues es el cumpleaños de la santa Virgen Inés, de cuyo nombre, modestia y martirio habla en elogio San Ambrosio, pero más especialmente de su edad, ya que ella, teniendo solo doce años, fue superior a los terrores, a las promesas, a las torturas ya la muerte misma, con un coraje enteramente digno de un hombre.
“Es una niña de trece años a quien ha dado el Emmanuel la intrepidez de ser Mártir; marcha sobre la arena con paso tan firme como el oficial romano o el diácono de Zaragoza.
Es el fruto admirable de la virginidad de su Madre, la cual estimó en más la fecundidad del alma que la del cuerpo, abriendo un nuevo camino por el que las almas escogidas se lanzan rápidamente hacia el Sol divino, para contemplar con mirada virginal y sin celajes, sus divinos destellos; porque Él había dicho: “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios” (Mat., V, 8.)
Gloria imperecedera de la Iglesia católica, única que posee en su seno el don de la virginidad, origen de todas las grandezas, porque nace exclusivamente del amor. Honor sublime de la Roma cristiana el haber engendrado a Inés, ángel terreno, ante cuya presencia palidecen aquellas antiguas Vestales, cuya virginidad colmada de favores y riquezas, no sufrió nunca la prueba del hierro ni del fuego.
¿Existe alguna fama que se pueda comparar con la de esta niña de trece años, cuyo nombre se leerá hasta el fin del mundo en el Canon de la Misa? Después de tantos siglos, aún quedan en la ciudad santa, huellas de sus pasos inocentes. Aquí un templo levantado sobre el antiguo circo Agonal, que nos introduce bajo bóvedas envilecidas en otro tiempo por la prostitución, y ahora embalsamadas con el perfume de la Santa.
Más allá, en la Vía Nomentana, fuera de los muros de Roma, una elegante Basílica, construida por Constantino, que guarda el casto cuerpo de la virgen, bajo un altar revestido de piedras preciosas. Alrededor de la Basílica, bajo tierra, comienzan y se extienden amplias criptas, en cuyo centro descansó Inés hasta el día de la paz, junto a muchos miles de mártires que la daban guardia de honor.
Tampoco debemos pasar por alto el gracioso homenaje que todos los años tributa a la joven virgen la Santa Iglesia Romana en el día de su fiesta. En el altar de la Basílica Nomentana son colocados dos corderos, que recuerdan a la vez la mansedumbre del Cordero divino y la dulzura de Inés. Después que los bendice el Abad de los Canónigos regulares que están al servicio de aquella Iglesia, son llevados a un monasterio de religiosas, que los crían con esmero; su lana sirve para tejer los Pallium que envía el Soberano Pontífice a todos los Patriarcas y Metropolitanos del mundo católico, como símbolo esencial de su jurisdicción.”
Dom Prosper Guéranger
3. RESUMEN DE ALGÚN CAPÍTULO
Oficio de lectura, 21 de enero, Santa Inés, Virgen y mártir
No tenía aún edad de ser condenada, pero estaba ya madura para la victoria.
Del tratado de San Ambrosio, obispo, sobre las vírgenes.
Libro 1, Caps.2. 5. 7-9
San Ambrosio en su tratado “De Virginibus” nos presenta no sólo a una virgen, por su integridad, sino también a una mártir, por su sacrificio. Y es así que nos muestra el martirio de Inés como un nacimiento, pero no sin antes resaltar en ella la fortaleza y valentía que le otorgaban la fe y que la hacía capaz de testimoniar su fe.
Algo que no deja de ser sorprendente es cómo Inés siendo tan niña (con apenas 12 años), y a su temprana edad se muestra valerosa mientras era arrastrada por las pesadas cadenas, no le teme a la muerte porque para ella es la vida, más aún en medio de las llamas elevaba a Cristo sus manos significando con ello la victoria de Cristo.
Ella no tenía edad de ser condenada, pero ya estaba madura para la victoria; lo que parecía imposible por su corta edad lo hizo posible su virtud consumada, adornada su cabeza no con rizos, sino con Cristo mismo, coronada no de flores, sino de virtudes.
Todos viéndola lloraban, mientras ella serena y feliz esperaba con ansias que le asestaran el golpe mortal para poder festejar en el cielo con el esposo de su alma.
El verdugo intentaba persuadirla, aterrorizarla para hacerla retroceder, pero Inés inamovible decía: “Sería una injuria para mi Esposo esperar a ver si me gusta otro; él me ha elegido primero, él me tendrá. ¿a qué esperas, verdugo, para asestar el golpe? Perezca el cuerpo que puede ser amado con unos ojos a los que yo no quiero.”
Se detuvo, oró, y como humilde cordero inclinó su cabeza, mientras el tembloroso verdugo temblando asestaba el golpe mortal; finalmente Inés obtuvo el doble martirio: el de la castidad y el de la fe.
4. CONTEXTO HISTÓRICO Y ECLESIAL
Santa Inés, aunque de muy corta edad (aprox. entre 12 y 13 años) vivió en Roma a finales del siglo III y principios del IV, en pleno período de las grandes persecuciones cristianas y el edicto del emperador Diocleciano, en un contexto marcado por la opresión y persecución de la fe por parte del Imperio Romano hacia los fieles que profesaban su fe en Cristo Jesús; fue un período sumamente hostil en el que todo aquel que se reconociese cristiano era sometido a un sin número de posibilidades de tormentos, maltratos y martirios; muy seguramente la vida sacramental era vivida a escondidas dentro de las catacumbas; sin embargo en el caso de Santa Inés todo este tipo de intimidaciones por parte del poder imperial pagano no representó ningún peligro o temor, puesto que desde muy niña tenía claro quién era el dueño y señor de su corazón y es por ello que con gran alegría se ofreció voluntariamente a ser degollada por los verdugos antes que dejar profanar el tesoro de su virginidad.
Eclesiásticamente, su vida fue un ejemplo de fe inquebrantable, consagración a Dios y martirio virgen, que la convirtió en un modelo de virtud y en una de las mártires más veneradas de la Iglesia Primitiva.
Contexto Histórico
Persecución Romana:
Inés vivió bajo el mandato de Diocleciano (303-305 d.C.), durante el cual el cristianismo fue perseguido. Los cristianos eran vistos como una secta peligrosa y una amenaza a la autoridad imperial.
Condena al Martirio:
La fe cristiana era prohibida, lo que llevó a encarcelamientos, torturas y ejecuciones de quienes se negaban a renunciar a ella y a rendir culto al emperador o a los dioses.
Contexto Eclesial
Una Joven Mártir:
Inés, nacida en una familia noble romana, se consagró a Cristo desde joven, rechazando matrimonios y vanos ofrecimientos por amor a Dios. Su firmeza y negativa a abandonar su fe la llevaron al martirio.
Símbolo de Pureza:
Su historia de pureza, inocencia y sacrificio se convirtió en un símbolo en la Iglesia primitiva, especialmente por su virginidad, que defendió hasta la muerte.
Veneración y Símbolos:
El culto a Santa Inés se extendió rápidamente. Su nombre, que significa "casta" en griego y "cordero" en latín, la asocia con el cordero, símbolo de pureza e inocencia. La tradición de bendecir corderos en su festividad, cuya lana se usa para los palios, es un ejemplo de su veneración continuada.
«Ejercicios de piedad» o pia exercitia
La piedad hacia Santa Inés era un ejemplo de los "ejercicios de piedad" que, aunque no eran litúrgicos, eran aceptados y promovidos por la Iglesia como expresiones auténticas de fe.
Función evangelizadora:
La devoción a Santa Inés servía como un medio para inculturar la fe, especialmente en los primeros siglos del cristianismo, y animaba a los fieles, particularmente a los jóvenes, a profesar su fe.
Intercesión y martirio:
La historia de su martirio inspiró a muchos, y la creencia en su intercesión era fundamental para los fieles que buscaban la protección divina.
Las catacumbas:
La denominación de las catacumbas proviene del nombre de Santa Inés, única mártir enterrada en este cementerio la cual es mencionada en los documentos antiguos. La fecha de su martirio es incierta, aunque puede datarse durante una de las persecuciones contra los cristianos acaecidas en los siglos III y IV y, particularmente, bajo los mandatos de Decio (249-251), Valeriano (257-260) o Diocleciano (303-305).
El testimonio literario más antiguo es el Calendario de Filócalo (primera mitad del siglo IV): en él figura que su dies natalis (día de su nacimiento en el cielo, es decir, la fecha de su muerte)[1] fue el 21 de enero y que su cuerpo fue enterrado en el cementerio de la vía Nomentana, que en el documento se le dedica a ella. Esta información está confirmada por el poema del papa Dámaso I (366-384), grabado en una placa de mármol por su calígrafo Furio Dionisio Filócalo (esta placa, reutilizada como losa y descubierta por casualidad, se halla actualmente en el nártex de la Basílica de Santa Inés Extramuros). Otros testimonios sobre la vida de Santa Inés se encuentran recogidos en los escritos de algunos Padres de la Iglesia: De virginibus y el himno Agnes beatae virginis, de San Ambrosio de Milán; y el Liber Peristephanon de Prudencio. La Passio sanctae Agnetis, la cual bebe de testimonios previos y tiene propósitos doctológicos y hagiográficos, fue redactada en el siglo V.
Catacumbas de Santa Inés
Importancia histórica: bautizadas con el nombre de Santa Inés, mártir del siglo III, estas catacumbas son un testimonio vital de las practicas funerarias de los primeros cristianos. Periodo de tiempo: Originada a finales del siglo II y principios del siglo III d.C, se expandió durante el reinado del papa Liberio (352-366 d.C). Arte y arquitectura: Destacan los frescos, las inscripciones y la tumba de Santa Inés, con cámaras excavadas en la roca volcánica. Uso actual: abierto para visitas guiadas, muestra su importancia histórica y religiosa. Características principales: lo más destacado incluye la tumba de Santa Inés, frescos bíblicos y reliquias en una antigua basílica contigua.
San Ambrosio, Señalaba que el nombre de Inés proviene de "Agnus" (Cordero), lo que alude a su pureza y su vínculo con Cristo. Su martirio, que combinó la defensa de la fe con la castidad, se considera un doble martirio.
El Papa Benedicto XVI Enfatiza la virginidad de Santa Inés como el fruto de su compromiso con Cristo, que se nutre de la escucha de la palabra, el diálogo en la oración y la participación en la Eucaristía.
5. SANTA INÉS EN EL ARTE CRISTIANO
Santa Inés por Il Guercino
En el arte cristiano primitivo, la representación de Santa Inés se encuentra en las catacumbas de Roma, datando entre los siglos IV y V, y se caracteriza por su simbolismo y la escasez de obras con autoría conocida en esta época temprana, ya que representaba la pureza, la castidad y el triunfo de la fe a través de elementos como el cordero, la palma y el ancla, más que la representación realista del personaje.
Autor:
No hay autores conocidos para las representaciones más antiguas de Santa Inés en el arte cristiano primitivo; estas obras son anónimas y atribuidas a la comunidad cristiana de la época.
Época:
Las imágenes más antiguas de Santa Inés se encuentran en las catacumbas romanas y datan de los siglos IV y V, que corresponden a la época del arte paleocristiano, justo después de la tolerancia religiosa proclamada por el emperador Constantino en el 313.
Movimiento artístico:
Arte paleocristiano, que evolucionó a partir de las tradiciones clásicas grecorromanas y orientales, pero sustituyó el realismo clásico por un expresionismo con figuras planas y simbolismo para transmitir mensajes religiosos a una población mayoritariamente analfabeta.
Aspectos representados por el artista
Simbolismo:
Dada la naturaleza anónima y el contexto de persecución de los primeros siglos, los artistas no buscaban el realismo, sino que empleaban un lenguaje simbólico para transmitir ideas religiosas.
Pureza y castidad:
La representación de Santa Inés está asociada a su nombre, que proviene del griego acné (casta) y del latín agnus (cordero). Por ello, se la solía pintar junto a un cordero, el cual simboliza su pureza e inocencia.
Martirio y triunfo de la fe:
La palma que acompaña a Santa Inés es un símbolo de santidad y martirio, representando el triunfo de su fe y su vida sobre la muerte.
La vida de la santa:
Las representaciones incluían elementos que recordaban la historia de Santa Inés, como su sacrificio por la fe y el milagro ocurrido en el prostíbulo, donde su santidad la protegió.
Vidrio dorado de Santa Inés, Museo Cristiano, Vaticano, Roma (siglo IV).
La iconografía representa la figura de Santa Inés en el siglo IV bajo la forma de una joven orante (vidrio dorado). Hacia el siglo VI su figura de representa como una joven con su cordero, símbolo de la pureza y alusivo a su nombre (basílica de San Apolinar, el nuevo, en Rávena). Esta forma también la adquiere la pintura prerrenacentista del Giotto o de Fra Angélico. Los artistas del Renacimiento continúan con este tipo iconográfico (Andrea del Sarro, Tintoretto, Domenichino).
Detalle de Santa Inés, entre Santas Eulalia y Ágata, en el coro de las vírgenes mártires, Basílica de San Apolinar el nuevo, Rávena (siglo VI).
En el arte posterior… Museo de HUESCA, ESPAÑA
Esta elegante representación femenina llevada a cabo en 1661, muestra a Santa Inés, joven mártir cristiana, identificable por sus atributos parlantes; cordero, lirios y palma. Ataviada a la moda de la alta nobleza anglo-neerlandesa de mediados del siglo XVII, es una muestra de la importancia e influencia de los gustos cortesanos como creadores de corrientes artísticas.
Santa Inés, doncella romana nacida a finales del siglo III, sufrió martirio a los trece años al desairar las pretensiones del hijo del prefecto de la ciudad de Roma en época del emperador Diocleciano. Figura destacada del santoral cristiano y reconocida como una de las grandes mártires de la Iglesia, sus restos son venerados desde hace siglos en la basílica extramuros que lleva su nombre en la ciudad eterna.
Lienzo de Santa Inés. NIG 00041. Foto: Museo de Huesca
En este caso se la ha representado como una elegante damita, cuya santidad es únicamente reconocible por la simbología que lleva asociada. El cordero que aparece a sus pies cuyo nombre en latín “agnus” por asimilación se identifica con el nombre latino de la santa “agnes” y que, desde sus primeras representaciones iconográficas, han identificado a esta mártir. Por otro lado, los objetos que porta en sus manos, la palma alusiva a su martirio y los lirios, símbolo de su pureza.
Retratada desde un punto de vista más bajo, recurso que la realza, en una composición rigurosamente triangular y con una elegante pose de cuerpo entero con la cabeza ligeramente ladeada, la estudiada pose asimétrica de sus brazos, ladeado uno sobre su cuerpo y otro en ángulo de noventa grados, le confiere una gran fuerza. Se trata de un elegante contraposto del que emerge con fuerza la figura situada en entre un paisaje boscoso y el cielo nuboso. Su rostro juvenil, tratado con gran delicadeza y finura, observa al espectador de manera directa, lo que establece un nexo de conexión entre ambos.
Detalle del lienzo de Santa Inés. NIG 00041. Foto: Museo de Huesca
A la hora de plasmar a la santa, el artista recurrió, en un claro ejercicio de anacronismo intencionado, a los modelos presentes en el retrato cortesano coetáneos de la realización de la obra a mediados del siglo XVII. Se trata de un tipo de representación que es heredera formal, en primer lugar, de aquellos llevados a cabo por el pintor flamenco Anton Van Dyck en trabajos realizados para la corte inglesa, tanto para la realeza como para los miembros de la alta nobleza, en la que dejó una importante huella perdurable durante décadas después. Pero sobre todo es mucho más patente en las obras de algunos de sus más importantes seguidores, los pintores Caspar Netscher y Peter Lely que a lo largo de su trayectoria artística plasmaron en sus obras a egregias damas, tanto de la nobleza inglesa como de la alta sociedad neerlandesa ataviadas a la moda presente en sus países en con actitudes y gestos como los que aparece esta mártir.
Acorde a la moda imperante en la alta sociedad en este momento, santa Inés va peinada con masas de rizos a ambos lados de su cara y en su cuello desnudo luce un vistoso collar de perlas. Ataviada con un vestido de raso blanco y azul de cuerpo entero con gran vuelo inferior hombros caídos y voluminosas mangas decoradas con cintas. Un chal azul le rodea el torso, recogido con un gran broche en la parte frontal. La parte posterior de esta prenda ondea libremente al viento, lo que confiere un gran dinamismo a la composición que se refuerza con la curvatura de la palma que porta en una de sus manos.
Detalle del broche del lienzo de Santa Inés. NIG 00041. Foto: Museo de Huesca
Este tipo de prendas lujosas cobraron gran importancia en el siglo XVII en la corte inglesa, donde aparecen representadas así numerosas damas de la realeza y nobleza, debido a la popularización en ese momento de la utilización del índigo, fruto del comercio colonial, como colorante azul de prendas.
Nos encontramos ante una pintura de calidad que muestra una composición en la que prima la serenidad, elegancia y dulzura, donde no existe ninguna evocación ni recuerdo hacia los tormentos a los que fue sometida la joven mártir. La leyenda de la parte superior izquierda “S.Ynes” y la presencia de sus símbolos parlantes son los elementos que permiten su identificación, ya que si no fuese por los mismos perfectamente podía pasar como una elegante dama de la corte inglesa de mediados del siglo XVII.
Leyenda de la parte superior izquierda “S.Ynes” del lienzo de Santa Inés. NIG 00041. Foto: Museo de Huesca
Se trata de un retrato singular en la plasmación de santas en la España barroca, que adopta una formulación de carácter cortesano completamente ajena a la moda imperante, tanto en indumentaria como peinados y aderezos, en esos momentos en los territorios peninsulares de la monarquía hispánica.
El hecho de recurrir a modelos foráneos, ajenos a los dictados de la moda coetánea en España en esta época, denotan a un autor con conocimiento directo de la pintura flamenca o inglesa de ese momento, bien a través de las numerosas estampas que difundían el trabajo de los grandes maestros o bien a través del contacto directo con obras de esta escuela.
Lienzo de Santa Inés antes de ser restaurado. NIG 00041. Foto: Fernando Alvira. Museo de Huesca
Se trata de una de las pinturas que ingresaron en a los pocos años de la fundación del museo en el siglo XIX y que provenían de la colección particular atesorada por Valentín Carderera, erudito y prócer oscense, quién la donó al recién nacido Museo de Huesca para integrarla en sus colecciones en el año 1875 al hacer entrega de una segunda remesa de obras, donde se encontraba esta pintura.
Desde entonces ha formado parte de sus colecciones, y como tal figura en los sucesivos inventarios de obras que se llevaron a cabo en los siglos XIX y XX. En el año 1977 se depositó en el Ayuntamiento de Huesca, donde se restauró. Durante más de cuatro décadas ha estado ligada a esta administración como ornato de espacios de representación. A comienzos de 2021 retornó al Museo de Huesca, donde se muestra al público, integrada como obra destacada en la sala de pintura barroca.
Fernando Sarría Ramírez
HIMNO “AGNES BEATAE VIRGINIS”
DE SAN AMBROSIO PARA SANTA INÉS (♰397).
El Rito Ambrosiano no celebra la Segunda Fiesta, pero utiliza este himno tanto en las Vísperas como en las Laudes de Santa Inés el 21 de enero. Nunca se había adoptado previamente en Roma, pero en la Liturgia de las Horas postconciliar se asigna a las Laudes.
A gnes, beatae virginis, | La bendita virgen Inés |
M atura martyrio fuit, | Lo suficientemente madura para dar su vida, |
M etu parentes territi | Sus padres, aterrorizados, aumentaron |
P rodire quis nuptum putet; | ¡Qué alegría muestra cuando aparece la muerte |
A ras nefandi numinis | Sus captores la conducen al fuego, |
H ic ignis extinguit fidem, | Este fuego ardiente de rito pagano |
¡Percussa quam pompam tulit! | Valiente bajo los golpes, |
In morte vivebat pudor, | En la muerte, vivió su modestia, |
G loria tibi, Domine, | Oh Virgen, |
ORACIÓN A SANTA INÉS
Oh Dios Padre Misericordioso, concédeme la dicha de saber imitar
a santa Inés virgen y mártir,
que siendo aún casi una niña
ofreció en Roma el supremo testimonio de la fe,
consagrando con el martirio el título de la castidad,
ayúdame a seguir sus pasos, a ser:
fiel al amor de tu hijo Jesús,
que murió por nosotros en la Cruz,
fiel en lo mucho y en lo poco,
fiel en la alegría y en la tristeza,
fiel en la adversidad y en la bonanza,
fiel en el hogar y en trabajo,
fiel en el estudio y en la diversión
fiel en la bondad y en la oración.
Que nunca me separe de ti,
y, que por la intercesión de Santa Inés,
pueda obtener remediar
esta apremiante dificultad que tanto me aflige:
(hacer la petición).
Señor, te suplico me escuches,
confiando en tu gran bondad
y por la mediación de santa Inés,
espero ser prontamente socorrido.
También te solicito me ayudes
a caminar rectamente por el sendero de la fe,
el amor, la virtud y la bondad,
y bajo el amparo protector
de la Santísima Virgen María,
me mantengas siempre alejado
de las ocasiones de pecado,
de injusticias y maldades,
de violentos y opresores
y me concedas todo aquello
que sea más conveniente
para tu mayor honra y gloria
y provecho de mi alma,
para morir en tu gracia y gozarte eternamente
en la bienaventuranza del cielo.
Amén.
BIBLIOGRAFÍA
https://fsspx.news/es/news/santa-ines-virgen-y-martir-21-enero-23285
https://www.aciprensa.com/recurso/1775/oracion-a-santa-ines-para-peticiones-urgentes
https://es.aleteia.org/slideshow/basilica-de-santa-ines/6/
https://www.youtube.com/watch?v=BrW3IAqTtZk&t=133s
https://seminaverbi.com/2021/01/21/narracion-poetica-del-siglo-iv-del-martirio-de-santa-ines-virgen/
https://es.wikipedia.org/wiki/Catacumbas_de_Santa_In%C3%A9s
https://www.newliturgicalmovement.org/2023/01/st-ambroses-hymn-for-st-agnes.html
https://acuniversitaria.wordpress.com/2022/01/23/iconografia-cristiana-santa-ines-virgen-y-martir/
Comentarios
Publicar un comentario