27 DE JULIO: ANIVERSARIO DEL FALLECIMIENTO DE ANTONIO OLIVEIRA SALAZAR, QUIEN SALVÓ A PORTUGAL DE LOS ESTRAGOS DE LA REVOLUCIÓN

Antonio de Oliveira Salazar fue un portugués que amó fervientemente a su Nación, logrando desde su labor de gobierno hacer que su la Patria se reencontrara con sus raíces más profundas.

     El Padre Ramiro Sáenz que realizó un profundo trabajo sobre Fátima dedica unas líneas a lo que denomina “El milagro portugués”, que tuvo como protagonista principal a nuestro personaje. De allí extraemos los siguientes párrafos:

     “Desde hacía treinta años el país estaba sumergido en un caos económico y político total…

…(Antonio Olivera Salazar) fue nombrado presidente del Consejo, en 1932…

     Su gestión no fue meramente económica, sino que restauró en Portugal sus instituciones naturales e históricas. Se lo puede considerar no solamente un gran católico, sino uno de los políticos más lúcidos, visionarios, prudentes y justos de este siglo, entendiendo la política en el más noble sentido de la palabra…

Lo que podemos llamar el milagro portugués no es solamente haber sido preservado el país de la invasión ideológica marxista y la participación en la Segunda Guerra Mundial. Es mucho más que eso: Portugal vive una primavera política, social y espiritual que durará aproximadamente cuarenta años. Verdadero milagro, si echamos una mirada sobre el panorama europeo de esos días…

     En 1942, XXV aniversario de las apariciones (de la Virgen en Fátima), el Cardenal Cerejeira dirá agradecido: ‘Para expresar lo que está ocurriendo aquí desde hace veinticinco años el vocabulario portugués tienen una sola palabra: milagro. Sí, estamos firmemente convencidos de deber esta maravillosa transformación de Portugal a la protección de la Santísima Virgen María’…

     El mismo Salazar consideraba una gracia de la Virgen la restauración de su país…Pío XII, testigo doliente de la descomposición de las naciones, no temía proclamar el milagro portugués: ‘En un momento trágico de tinieblas y extravío, cuando la nave del Estado portugués, perdiendo la ruta de sus más gloriosas tradiciones, arrastrada por la tormenta anticristiana y antinacional, parecía ir al naufragio cierto, el Cielo intervino en su bondad, y en medio de las tinieblas, brilló la luz, del caos surgió el orden, la tempestad se apaciguó, la calma se restableció, y Portugal pudo volver a encontrar y reanudar el hilo de sus bellas tradiciones de Nación ‘fidelísima’, para proseguir su carrera gloriosa de pueblo de cruzados y de misioneros’.” (RAMIRO SÁENZ. "Fátima. Geografía, Historia, Teología y Profecía". Gladius. Buenos Aires. 2017, pp. 243-250)

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