"Convertido en rey, Felipe, un devoto al Catolicismo, defendió la Fe a través del mundo y se opuso al progreso de la herejía, y estas dos cosas son la clave de todo su reinado...
Felipe tenía tres enemigos contra quienes luchar en el extranjero, el Islam, Inglaterra, y Francia.
El Islam era amo del Mediterráneo, estando en posesión de la Península Balcánica, Asia Menor, Egipto, toda la costa norte de Africa (Túnez, Argelia y Marruecos); había conquistado recién la Isla de Chipre y puesto bajo sitio a la Isla de Malta (1505), la que valientemente había rechazado el asalto. Dragut, el almirante Otomano, era el terror del Mediterráneo. En varias ocasiones Felipe había peleado contra el peligro Musulmán, encontrándose alternativamente con el éxito y con la derrota. Él por lo tanto se unió con entusiasmo a la Santa Liga organizada por Pío V para resistir al Islam, y a la cual Venecia consintió unirse. La flota de la Liga, comandada por Don Juan, hermano de Felipe II, infligió a la flota Turca la terrible derrota de Lepanto (7 de Octubre de 1571), los resultados de la cual hubieran sido mayores de no haberse probado la falsedad de Venecia y de no haber muerto Pío V en 1572. No obstante, la dominación Turca del Mediterráneo había terminado y en 1578 Felipe concluyó un tratado con los Turcos que duró hasta el fin de su reinado.
Las relaciones de familiaridad con Inglaterra habían cesado a la muerte de María Tudor. Felipe intento renovarlas mediante su quimérico proyecto de casamiento con Isabel, quien no se había convertido todavía en la cruel perseguidora del Catolicismo. Cuando ella se constituyó en la protectora de los intereses Protestantes a través del mundo e hizo todo cuanto estaba en su poder para alentar la rebelión de los Países Bajos, Felipe pensó enfrentarla en su propio país apoyando la causa de María Estuardo, pero Isabel terminó con ella en 1587, y proveyó ayuda a los Países Bajos contra Felipe, quien por tanto armó una inmensa flota (la Armada Invencible) contra Inglaterra. Pero al ser conducida por un comandante incompetente, no logró nada y fue casi totalmente destruida por tormentas (1588). Este fue un desastre irreparable que inauguró la declinación naval de España. Los corsarios Ingleses pudieron saquear sus colonias y bajo Drake casi sus propias costas; en 1596 el Duque de Essex saqueó la floreciente ciudad de Cádiz, y el cetro de los mares pasó de España a Inglaterra.
Desde 1559 Felipe II había estado en paz con Francia, y se había contentado urgiéndola a aplastar la herejía. La intervención Francesa en favor de los Países Bajos no le hizo cambiar esta actitud, pero cuando a la muerte de Enrique III en 1589 el Protestante Enrique de Borbón se convirtió en heredero al trono de Francia, Felipe II se alió con los Guisa, quienes encabezaban la Liga, los proveyó de dinero y hombres, y en varias ocasiones les mandó en su ayuda a su gran general Alejandro Farnese. Incluso soñó con obtener la corona de Francia para su hija Isabel, pero este audaz proyecto no se realizó." (https://ec.aciprensa.com/wiki/Felipe_II)
"La lucha contra la herejía fue lema permanente de Felipe II que unía el imperativo religioso al político. Pero Carlos V también esgrimió ese objetivo a lo largo de su vida. En 1539 Carlos V le decía a su hijo: «Encargamos a nuestro hijo que viva en amor y temor de Dios y en observancia de nuestra santa y antigua religión, unión y obediencia a la Iglesia romana y a la Sede Apostólica y sus mandamientos». En las instrucciones dadas a su hijo en 1543, señalaba que un buen príncipe católico ha de vigilar siempre la defensa de la ortodoxia: «... nunca permitáis que herejías entren en vuestros reinos. Favoreced la Santa Inquisición y tened cuidado de mandar a los oficiales della que usen bien y rectamente de sus oficios y administren buena justicia, y en fin, por cosa del mundo no hagáis cosa ni por cosa que os pueda acontecer que sea en su ofensa»..." (https://cvc.cervantes.es/literatura/espana_flandes/3_carcel.htm)
Ricardo de la Cierva pone de manifiesto la centralidad que la Fe ocupó en la vida y en el reinado de Felipe II, y hace decir al rey prudente:
"La fe es para mí como una segunda naturaleza; sentí desde mi infancia que Dios me entregaba la continuación del milagro de España, que estaba siendo un milagro de fe; y cuando mi padre me relataba las hazañas de nuestro primer ejército de Italia, en tiempo de mis bisabuelos Isabel y Fernando, repetía también con gratitud y respeto el comentario unánime que los italianos de aquel tiempo difundían por toda Europa: Dios se ha hecho español. Ese reino de España que forjaron mis bisabuelos se veía entonces más unido y compacto desde fuera que desde dentro; aquí seguimos distinguiendo entre castellanos y portugueses y aragoneses y catalanes, pero desde Europa se nos ve sencillamente como españoles. Y como soldados de la fe que combatimos, por encima de cualquier otra causa, por la causa de Dios." (Yo, Felipe II)
Rubén Calderón Bouchet nos presenta a la España del siglo XVI como la gran luchadora de la Cristiandad contra las fuerzas del mundo moderno, y rescata la energía y entrega al combate por encima de la derrota final:
"España fue vencida por todas las fuerzas coaligadas del mundo moderno. Este hecho, considerado según la perspectiva impuesta por el decurso del tiempo, puede parecer hoy irrevocable y necesario. Pero a los hombres de carne y hueso, metidos en el corazón de los sucesos, no tuvo que parecerles así. Los acontecimientos históricos están protagonizados por hombres y no por entelequias inventadas por el espíritu moderno y en las que éste encarna sus oscuros atisbos panteístas. Llámense materia, espíritu o clases sociales, son siempre entes de razón fabricados por una inteligencia despegada de la realidad y que piensa en el vacío de las abstracciones...
España se jugó, y con muchas posibilidades de ganar. Perdió, es un hecho, pero no la consecuencia fatal de una determinación de la historia, ni el juicio implacable de la Providencia que se pronuncia contra España...
La hora de España pasó como todas, sin que el acontecimiento estuviera determinado por ninguna deidad oscura...
España lo sabía, por esta razón aceptó su caída sin perder la fe en una Providencia cuyos caminos no coinciden siempre con los nuestros." (La ruptura del sistema religioso en el siglo XVI)
Para profundizar en el significado que tuvo la Fe en la vida personal de tan gran figura cerraremos el artículo con una parte del Testamento del Rey a su hijo y heredero:
“Si queréis ser buen príncipe habéis de ser buen cristiano, pues el único camino para bien reinar es la virtud. Como rey cristiano habéis de oír misa todos los días (…) Habéis asimismo de frecuentar los sacramentos de la penitencia y la eucaristía, al menos una vez a la semana (…) Debéis también (…) recogeros en la meditación dos horas cada día y hacer examen de conciencia todas las noches. Os insisto en que vuestro primer deber será defender nuestra religión sagrada, aunque perdáis el trono (…)
La Monarquía no es de origen divino sino humano, y existe en los pueblos el derecho de acabar con el tirano. El carácter de los reyes y su corona la establecieron, la dieron y dan los hombres (…) El rey es el primer servidor del reino. El ser rey; si ha de ser como se debe, no es otra cosa que una esclavitud (…) Por tanto debe buscar la perfección en todo, y principalmente en la justicia, de tal manera que el malo le experimente terrible y el bueno generoso (…)
Como rey deberás siempre recibir a tus vasallos, para que libremente te expongan sus quejas (…) La recta justicia pide que todo súbdito sea oído, ya agraviado, ya acusado, ya rico, ya pobre (…)
Jamás llegues a confirmar la condenación a muerte de cualquier hombre sino de mala gana y contra tu voluntad, y forzada por el miramiento de la justicia y buena disposición de las leyes.”
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