OCCIDENTE, CULTURA Y TRADICIÓN

 Una de las caras del relativismo cultural que caracteriza a estos tiempos posmodernos que padecemos es el rebajamiento del hombre a nivel de cosa. Para los nuevos gurúes que hoy manejan los hilos del mundo la persona humana no es más que “polvo de estrellas”. Ya no es el desplazamiento del centro del mundo operado durante la Modernidad, es mucho más que ello. El “planeta” es colocado hoy en un lugar central, y el hombre es el responsable de todos los “males” que se ciernen sobre el globo terráqueo. El gran “pecado” de nuestros días sería -según los que dirigen los hilos del mundo desde las sombras -, el “cambio climático” y el problema ecológico.

     Por otra parte, ya no se denuncia sólo al “hombre blanco occidental y cristiano” como el autor de todas las fechorías llevadas a cabo a lo largo de la historia contra otras etnias; hoy se ha pasado de la denuncia del “racismo” -el “supremacismo” blanco sobre las otras etnias-, a la denuncia del “especismo”, una ideología delirante que pone al ser humano -creado a imagen y semejanza del Creador con un alma inmortal- al mismo nivel de los animales. 

     Contrariamente a tanto delirio, los que seguimos aferrados al viejo Orden de la Tradición sabemos que el hombre es elegido especialmente por Dios. Cada uno de nosotros es conocido y amado personalmente por Dios.  Cada acto, cada palabra, cada pensamiento, de un hombre en comunión con Dios, no se pierden. La sapiencia antigua nos ha enseñado que fuimos hechos especialmente para contemplar, para descubrir, para admirar, para asombrarnos. La Modernidad quiso desplazar esta condición espiritual del hombre hacia el puro activismo, hacia una locura por el “hacer”. El conocimiento fue definido como “poder”, poder sobre la naturaleza, y poder sobre otros hombres. Pero nosotros sabemos que en el Origen el Creador puso en nuestras almas una semilla de eternidad, que nos impulsa a abrirnos al Eterno, y a descubrir su Presencia en la Belleza de todo lo que nos rodea.


  La orentación del alma humana a la contemplación de la Verdad, del Bien y de la Belleza ha sido el fundamento sobre el que se desarrolló la monumental Civilización Occidental y todo el derroche de Cultura que produjo. Por este motivo es que un grande del pensamiento conservador como Roger Scruton destaca el nivel estético, antes que el utilitario, que debe orientar a toda producción cultural -claro que su visión no es puro esteticismo, sino que lo Bello es entendido como un apertura a la Trascendencia-.

     “El conservadurismo cultural…es un intento de elevar al conservadurismo desde el campo de batalla político hasta el pacífico escenario de la vida académica y literaria, y mira con aprensión a la cultura popular, a la política democrática y a las nuevas doctrinas ‘progresistas’ de redención de la humanidad. Se ha retirado de la modernidad hacia los pastos tranquilos de la mente, donde la educación, el conocimiento y la alta cultura aventajan insuperablemente a la opinión mayoritaria y a la ignorancia politizada.” (ROGER SCRUTON. Conservadurismo. El Buey Mudo. Madrid. 2018, pp.113-114)

     El riqueza cultural de Occidente abierta a la Trascendencia y fundada en la distinción entre la Causa Primera Incausada y el orbe creado, es la característica fundamental de la verdadera Tradición Occidental. Sobre los valores esenciales de esa cultura y de esa civilización, los hombre de Orden queremos volver: 

     “La cultura, la civilización que los conservadores culturales aspiran a revigorizar es (la)…que se conoce como civilización cristiana, aquella gran cultura que tuvo su origen en el pequeño culto de unos galileos de hace dos mil años. Mucho le debe a las anteriores culturas hebraica y clásica, pero en sus obras, tanto morales como materiales, se ha convertido en la más esplendorosa de todas las civilizaciones desde el inicio de las culturas. En nuestro tiempo, esa posterior cultura cristiana comienza a parecer decadente, y hay personas que afirman que hoy estamos viviendo en una era poscristiana. Los conservadores culturales luchan por detener ese proceso de decadencia, e incluso por hacer que renazca lo que se ha marchitado.” (RUSSELL KIRK. Qué significa ser conservador -en 10 lecciones-. Edición y prólogo César Vidal. Grupo Unión Argentina. San Isidro. 2021, p. 59)

 


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