San Hilario de Poitiers fue obispo, Padre y Doctor de la Iglesia. Vivió en el siglo IV, en Poitiers (Francia).
Nacido en una familia de la aristocracia romana local, recibió una educación pagana, pero su pasión por la verdad le llevó a estudiar filosofía, especialmente el neoplatonismo, y a la lectura de la Biblia. Se convirtió al cristianismo por sus estudios, ya adulto, casado y con una hija. Poco después de su bautismo, el pueblo lo aclamó como obispo de su ciudad, cátedra que ocupó durante siete años. Fue desterrado por el Emperador, y tras la muerte del mismo volvió a su diócesis. Es conocido como el "Atanasio de Occidente", de quien era contemporáneo, por su crítica del arrianismo.
San Hilario fue un "modelo acabado de obispo doctrinal, apasionado, fundacional y sólido en virtudes", así lo define su sucesor (catorce siglos después) el Cardenal Pie [1]. El mismo Pie afirma que las obras de San Hilario serán "después de los libros Santos, el objeto de nuestro estudio más asiduo" (Ib. 104). Hilario fue "pastor y apóstol", y "puso bajo el yugo del evangelio a los paganos del campo francés...Logró que la verdad de Cristo penetrase tan profunda y sólidamente en la cabeza y el corazón de esas poblaciones hasta entonces intratables" (p. 105).
Si bien son muchos los aspectos que el gran Cardenal Pie elogia de su ilustre predecesor, lo que más admiraba era la "tenacidad de su lucha contra la herejía...Porque fue justamente durante la época en que San Hilario gobernaba la sede de Poitiers cuando comenzó a manifestarse el arrianismo, que se declaraba no solamente contra tal o cual punto de la doctrina revelada por Cristo, sino contra la divinidad misma de Jesús...(Afirmaba Pie) que 'a combatir esta herejía, la primera y la más vasta de todas las que han agitado el mundo, Hilario consagró su vida entera. Sus escritos, sus viajes, sus exilios, sus oraciones, todo ello no tiene sino un objeto: afirmar la divinidad del Verbo, la divinidad de Cristo y por consiguiente...conservar intacto el depósito de la fe'." (Ib. 105-106)
Animado de esta admiración, Pie solicitó al Papa Pío IX la concesión del título de doctor para el gran Hilario, celebrando luego la dicha proclamación con una hermosa homilía: "Que salga de su tumba, que vuelva en medio de nosotros el gran defensor de la consustancialidad del Verbo, el campeón de la inmutabilidad de la verdad revelada. Estamos en pleno arrianismo, porque estamos en pleno racionalismo (el siglo XIX). Arrio no arrebató al Verbo su divinidad sino para poner la creatura a su nivel; y la filosofía contemporánea no proyecta rebajar al Verbo divino sino para igualarse a él, digo mal, para elevarse por encima de él. ¡Oh huesos de Hilario, temblad de nuevo en vuestro sepulcro y clamad todavía: 'Señor, quién es semejante a ti?'..." (Ib. 107-108)
Terminemos este breve boceto introductorio a la figura de tan gran Padre de Occidente con un extracto de las palabras con las que el Romano Pontífice se refirió a Hilario al proclamarlo Doctor:
"Nuestro Señor Jesucristo habiendo adquirido a su Iglesia al precio de su sangre, y habiéndole prometido su asistencia hasta la consumación de los siglos, en todas las ocasiones en que enemigos poderosos se levantaron para combatirla, no dejó de elegirse hombres eminentes en toda suerte de virtudes, y de oponerlos como baluartes fortísimos y torres inexpugnables. En el número de esos valientes héroes brilla con su esplendor particular San Hilario de Poitiers, suscitado por Dios cuando la herejía arriana se propagaba por el mundo entero, para oponerse sin descanso a ese monstruo horrible y falaz."
[1] ALFREDO SÁENZ, El Cardenal Pie. Lucidez y servicio al servicio de la Verdad. Gladius. Buenos Aires. 2007, pp. 103-104.
Excelente artículo. Me parece muy lúcida la relación que traza el Cardenal Pie entre el racionalismo y el arrianismo. Sin lugar a dudas, ambas cosas implican el pecado de soberbia de Lucifer, querer ser como Dios.
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