NACIONALISMO ARGENTINO E HISPANIDAD

El Nacionalismo argentino que comienza a desarrollarse a partir del segundo lustro de la década de 1920 como una respuesta al liberalismo y a la democracia -en sus inicios con una fuerte impronta maurrasiana-, comienza pronto a descubrir las raíces hispanas de la Patria. Esta defensa de nuestra identidad hispana se profundizará en los años 30, siendo la gesta de la Cruzada Española un paradigma que despertó el entusiasmo de nuestros nacionalistas. Veamos lo que dice al respecto Federico Ibarguren:

     “La guerra de España impactó, desde el principio y con fuerza contagiosa al Nacionalismo Argentino (...)

     Yo, por mi parte, entusiasmado con la gesta heroica de la Raza que (..) se desarrollaba ante nuestros ojos, como si fuera un pasaje redivivo de algún libro medioeval de caballería, escribí un artículo de fondo cuyo texto fue publicado por la revista ‘Criterio’ (...). He aquí, a continuación, dicho artículo (...):

     ‘Cada pueblo, como cada hombre, tiene en la historia su destino, su carga, su misión. (...)

     El destino de España se destaca en eta causa secular, por su inalterable vocación universalista y la perseverancia magnífica de su fe. Ocupa un lugar destacado entre los pueblos que han vivido coletivamente esa misión heroica de auténtica catolicidad en Occidente. Su tenaz energía (...) se remonta (...) (a) las visitas a la península de los apóstoles Pablo y Santiago.

     Más tarde, con la famosa conversión e Recaredo ocurrida el 5 de mayo del 589, el destino providencialista de España se pone de manifiesto (...).

     El académico de la historia D. Zacarías García Villada S.J, en su magnífico y enjundioso trabajo (...) titulado “El Destino de España en la Historia Universal”, pone de manifiesto, la idea profundamente religiosa que impulsó a los caballeros e hidalgos peninsulares, “refugiados en los picos de Europa y en las faldas de los Pirineos, al acordarse de su misión providencial en el mundo aprestándose a defender, con el suelo patrio, la catolicidad”. (...)

     España produce en el siglo XIII una gran figura universal de monarca misionero: Fernando III, el Santo (...)

     (...) En el año 1492, año del descubrimiento del Nuevo Mundo, cae Granada, último baluarte islámico en Europa; y los gloriosos Reyes Católicos decretan la famosa expulsión de los judíos (...) (para) defender la unidad religiosa. (...)

     Paralelamente a la acción política, la corona se empeña en defender y salvar la religión oficial de la herejía, que la amenazaba más allá de las fronteras. (...)

     Fray Francisco de Cisneros, Santa Teresa de Jesús, San Pedro de Alcántara, San Juan de Dios y San Ignacio de Loyola se aprestan, al mismo tiempo, con un ímpetu militar muy español, a reducir a los herejes y convertir a los gentiles a la fe heroica de Cristo, predicándola con el ejemplo. (...)

     La unión de lglesia y del Estado en España durante los siglos XVI y XVII, fue una cosa tan real, íntima y verdadera, que no sólo está comprobada en su historia, sino además, también en el testimonio de sus enemigos más sectarios.(...)

     El año 1492, Colón descrubre el Nuevo Mundo al amparo y protección de los Reyes Católicos. Desde el primer día de la conquista aparecen, junto a los caballeros e hidalgos españoles, frailes y monjes misioneros en América. (...)

    La predicación evangélica tuvo una importancia decisiva en las expedicionesy nuevas fundaciones de Hispanoamérica, según lo prescribió el testamento de la muy ponderada reina Isabel (...)

     Con este único propósito, el monarca Carlos V concede en el año 1534 la capitulación para las tierras del Río de la Plata a don Pedro de Mendoza (...).

     Una empresa de fe, esperanza y caridad cristianas, virtudes inflamadas y heroicas si las hay, fue la conquista del Nuevo Mundo (...) El genial Solórzano y Peryra, que tanta influencia tuvo en la Legislación de Indias, ha podido escribir, en su obra “Política Indiana”, al comenzar el capítulo sobre las cosas eclesiásticas y Patronato Real de las Indias, esta frase profunda, que contiene, en síntesis, el destino providencialista y misionero de la historia de su pueblo: “La conservación y el aumento de la fe es el fundamento de la Monarquía.” (...)

     Los reinados de Carlos V y de Felipe II se caracterizan, especialmente, por esta preocupación trascendente. (...)

     El 13 de diciembre de 1545 -el día más glorioso de España para muchos- se inauguran las sesiones del célebre Concilio de Trento, bajo el patrocinio y ayuda temporal de Carlos V. (...)

     EXTRANJERIZACIÓN Y DECADENCIA

    (...) El triunfo (...) a favor de los Borbones (a partir del siglo XVIII, cambia el destino de España) (...) La dinastía de los Borbones impone, desde afuera, al pueblo de la península, sus ideas extranjeras y liberales en materia de gobierno y en punto a costumbres, culminando bajo el reinado de Carlos III. (...) El 27 de febrero de1767 Carlos III decreta la expulsión de los jesuitas (...). La religión es combatida y menospreciada; y el Estado se hace burocrático como en Francia.

     A comienzos del siglo XIX la invasión de las huestes napoleónicas enciende en el espíritu popular la reacción contra el enemigo de afuera, en defensa de su suelo y de su rey (...).

     Hoy, España se desangra. Las injusticias y las luchas del materialismo presente: económicas, políticas, sociales y religiosas de que está lleno el mundo, han estallado en su entraña fecunda con una violencia irresistible. Quizás ella misma, sin saberlo, en la sublime agonía de estos momentos, está forjando el verdadero ideal universalista que duerme escondido en el fondo de su espíritu; el de la catolicidad integral, como misión que cumplir, como tarea heroica a realizar en la tierra. (...)

    El soplo generoso que la anima en medio de los horrores de una guerra que la Fe ha provocado más que los hombres, es de esencia netamente religioso, no político. (...)

     Nosotros los sudamericanos, que somos hijos suyos emancipados, pero procedentes del mismo tronco católico de la Hispanidad, comprendemos lo que significa (esta hora) (...). Creemos que España renacerá con un ímpetu insospechado. (...)

     España no ha de sucumbir: lo estamos viendo. Cumplirá sin duda la misión que su historia le tiene trazada, de sostener y propagar la catolicidad en el mundo...HOY COMO AYER’.”[1]

 

Alcázar de Toledo destruido tras la guerra civil | Eduardo Sánchez  Butragueño | Flickr

[1] FEDERICO IBARGUREN, Orígenes del Nacionalismo Argentino (1927-1937). Celcius. Buenos Aires. 1970, pp. 364-374.


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