Los años
70 fueron los años de la rehabilitación del Peronismo. La vuelta de dicho
Movimiento al poder, y el regreso del viejo Líder, se vio afectada por la
tremenda acción de la izquierda revolucionaria que, a través de intentos
foquistas -al estilo cubano-, o por medio de la Guerrilla urbana, -según el
estilo argelino-, intentó instalar el marxismo en nuestro país. Eran los
tiempos en los que se creía que el mundo marchaba hacia el socialismo (derrota
de EEUU en Vietnam,. afirmación marxista en Cuba, la irrupción de los
movimientos de "liberación nacional” –de tendencia marxista- en muchos
países del Tercer Mundo, invasión de la URSS a Checoslovaquia, la presencia en
el escenario mundial de la China maoísta, la acción de los llamados “Sacerdotes
del Tercer Mundo”, etc.)
El marxismo también llegó a las filas del
Movimiento Peronista. Se formaron, en aquellos tiempos, organizaciones
guerrilleras que presentándose como peronistas hacían un análisis marxista de
la realidad. Su lema era: “Perón Evita, la
Patria Socialista”. Perón, desde su exilio en Madrid, alentó a estas
“formaciones especiales” de su Movimiento, y coqueteó con la idea de un
“socialismo nacional”, citando en muchas oportunidades a Castro, Mao u otros
líderes de la Revolución Mundial. Sin embargo, nunca dejó de jugar, por otra
parte, con las estructuras tradicionales del Movimiento. Éstas son las que
proclamaban: “Perón, Evita, la Patria
Peronista”. Dentro de estos sectores comenzarán a formarse agrupaciones
que, contrapuestas a la Izquierda
peronista, pasarán a representar en los 70 el “ala derecha” del Movimiento.
Cuando nos referimos al peronismo de
derecha, damos cuenta del conglomerado de agrupaciones y tendencias que
entroncaban sus orígenes con la primera etapa del Movimiento. Su concepción del
peronismo consideraba a éste continuador de la “gesta Rosista”, o versión vernácula del Fascismo o manifestación
del nacionalismo sindicalista de corte falangista. Por otro lado, los sujetos
que dieron vida a estas organizaciones, estaban vinculados a sectores
conservadores estudiantiles y profesionales; y a fracciones de la clase
trabajadora vinculados principalmente a las estructuras del viejo sindicalismo
peronista. Más allá de los excesos que algunas de estas organizaciones cometieron
-dentro de un clima de guerra interno que se vivía-, o de los vínculos de otros con el detestable
“lopezrreguismo”, lo cierto es que muchas de estas agrupaciones buscaron
rescatar lo mejor de nuestra tradición nacional, a partir de la lectura de la
historia patria en los autores revisionistas, proponiendo la idea de una
sociedad orgánica –el viejo ideal peronista de la Comunidad Organizada-, la recuperación de las fuentes originales
del Movimiento Nacional Justicialista, la oposición a los modelos liberal y
marxista –sintetizado en el slogan: “Ni
yanquis, ni marxistas, peronistas”-. Algunas de las organizaciones
representativas de la derecha peronista fueron: la Concentración Nacionalista
Universitaria (CNU), el Comando de Organización (CdO), la Alianza Libertadora
Nacionalista (ALN), el Sindicato de Abogados Peronistas (SAP) y la Agrupación
"Rojo Punzó”, la Juventud Sindical
Peronista, Guardia de Hierro, etc.
b)
Tucumán y la Guerra Contrarrevolucionaria
En dicho contexto de guerra interna, debemos destacar la acción de tantos soldados, suboficiales y oficiales que debieron enfrentar a la agresión marxista ofrendando muchos de ellos su vida en el monte tucumano, donde la Revolución intentaba crear un foco a partir del cual extenderse. Como tantas veces a lo largo de su historia, la Patria debió enfrenta la amenaza de la Revolución para intentar seguir siendo ella misma. Y como siempre, hubo héroes que resistieron. Ricardo Burzaco nos ubica en el contexto de aquellos aciagos años: “A partir de 1975, una serie de hechos habría de marcar a sangre y fuego la historia de la Nación Argentina. A principios de ese año, el Poder Ejecutivo Nacional mediante un decreto ordena a las Fuerzas Armadas que se ejecuten las operaciones militares a los efectos de ‘aniquilar el accionar’ de elementos subversivos en la Provincia de Tucumán. De esta manera, nuestro país ingresa en una escalada bélica...luego de ser abatida la actividad guerrillera en la zona rural, las Fuerzas Armadas y de Seguridad...terminan ‘de aniquilar el accionar’ subversivo en el área urbana entre los años 1976 y 1978.”[1]
c) La Guerra de Malvinas
En 1982, el conflicto por Malvinas mostró
nuevamente que existía en la Argentina
un puñado capaz de batirse, Rosario al cuello, por Dios y por la Patria. Ya tempranamente el Nacionalismo Argentino hizo
suya la causa de Malvinas. “La cuestión
Malvinas no fue para el Nacionalismo...un tema más de su agenda o de sus
objetivos recurrentes. Desde un comienzo, y no tenemos duda de que ello era una
motivación personal de Queraltó...No afirmamos aquí que haya sido un adelantado
exclusivo sobre la reivindicación de Malvinas...Pero sí que levantó sus
banderas y tomó como lema de avanzada su permanente reclamo...El diario Bandera
Argentina...le reconoció a Queraltó un papel destacado: ‘Estudioso, ha
investigado nuestra historia para saber con claridad cuál es nuestro patrimonio
verdadero y qué debe reclamar la Argentina para integrarse definitivamente como
nacionalidad. De ahí su posición reivindicadora que, como nacionalista, ha
adoptado para que se devuelvan al país las famosas islas Malvinas’.”[2] Enrique Osés,
referente del Nacionalismo de los años 30, se quejaba por aquellos tiempos de
que el Estado Argentino no comunicaba en las escuelas “una integral educación argentina...para referirse a las glorias
guerreras de la nacionalidad y a la usurpación de las Malvinas”[3]. También Ramón
Doll se ocupó del tema. En un profundo artículo sostuvo que la sujeción que
impuso el Reino Unido a nuestro país durante décadas fue más política que
económica. “¿Cuál era su intención?
Repitámoslo una vez más: impedir a toda costa el poderío económico de cualquier
país católico”[4].
El control de las Malvinas por parte de los británicos es, en la opinión del
autor, un “símbolo” de ese sometimiento,
“un signo imperativo de silencio y
sumisión”[5]. La recuperación
de las mismas es por tanto, en opinión de Doll, mucho más que volver a obtener
un territorio perdido.
Esta prédica por Malvinas dio sus frutos en 1982. Kasanzew en sus obras se refiere a la nobleza de la causa y al heroísmo que derrocharon muchos argentinos en aquella gesta.
“Con todo,
Malvinas, que fue para muchas generaciones de argentinos una noble pasión, lo
seguirá siendo, le pese a quien le pese. En la perspectiva histórica, una vez
que el tiempo se encargue de dispersar la hojarasca ideológica que hoy embarra
la cancha, Malvinas ocupará su digno sitial en los manuales: a la par de la
Reconquista de Buenos Aires, la campaña de los Andes, o la Batalla de la Vuelta
de Obligado.”[6]
Y en otra de sus obras, reeditada en forma ampliada en el 2012, afirma: “…he intentado mostrar el espíritu de la Grande Argentina. He tratado de transmitir las imágenes y palabras esenciales, de poner de manifiesto el significado de la hazaña y los nombres de la Gesta...He tratado de evidenciar la realidad de principios por los cuales vale la pena vivir y combatir hasta la muerte. He tratado de cumplir con el pedido del poeta Leopoldo Lugones: ‘Ojos mejores para ver la Patria’...Como sostiene el profesor Ricardo Tabossi, la guerra no tuvo como causa principal motivos políticos o ideológicos, sino profundas razones históricas, es decir metafísicas y espirituales.”[7]
Evidentemente el espíritu de auténtico
patriotismo que comenzó a difundirse en el segundo lustro de la década del 20
informó el ánimo de quienes llevaron adelante las dos Guerras que vivimos entre
los 70 y los 80. Y el mundo no le pudo perdonar a la Argentina ese “pecado”: el
haber desafiado al Orden Internacional masónico y marxista. Nuestro país
sufrió, a partir de la derrota del 14 de junio, una decadencia progresiva
provocada por el ataque permanente -desde adentro y desde afuera-, a su
identidad, a su tradición, y a lo que había representado. Debía amoldarse por
la fuerza a los valores del mundo laicista, secularizado, anómico, en el
que las comunidades nacionales se han
convertido en masas amorfas –“Sin Dios,
ni Patria, ni Bandera”, diría el Restaurador-.
[1] Infierno en el monte tucumano, 7.
[2] Capizzano, Hernán. Alianza Libertadora Nacionalista, 82.
[3] Capizzano, Hernán. Enrique
Osés. Discursos y textos, 87.
[4] “Las Malvinas, cuestión previa”, en Ramón Doll. Biblioteca del Pensamiento Nacionalista Argentino, 363.
[5] Íbidem, 366.
[6] Kasanzew, Nicolás. La Pasión según Malvinas, 13.
[7] Kasanzew, Nicolás. Malvinas a
sangre y fuego, 287.
Los combatientes de todas las guerras ,son Héroes de la Patria y como tales deben ser tratados.
ResponderBorrarFirmes !
Saludo ,uno
A los héroes de la Patria
saludo ,dos.
Viva la Patria 🇦🇷