LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA EN LAS REDUCCIONES JESUÍTICAS

A partir de los asentamientos españoles que se fueron estableciendo a lo largo de nuestro territorio a lo largo del siglo XVI, las capillas e iglesias en las cuales se celebraba el Santo Sacrificio se multiplicaron, convirtiéndose en centros “irradiadores” de la Gracia, a lo largo y ancho de nuestro espacio nacional.

     La acción evangelizadora que llevaron adelante las distintas Órdenes religiosas se propuso introducir a los nativos de estas tierras en la Comunidad Cristiana a través del Bautismo y de la participación en el Banquete Eucarístico. Una mención particular merece la acción de la Compañía de Jesús a través de las Reducciones Guaraníticas, auténticos baluartes de la Cristiandad Hispana en estas tierras del Sur. Lucía Gálvez nos relata el estilo de vida en esos pueblos, poniendo de manifiesto el valor que tenía la liturgia, la belleza que se procuraba darle -por lo que significa en sí misma como Acción de Cristo y por el valor pedagógico que tiene una celebración bien realizada-.  Hace referencia, además, a los actos que se realizaban en torno a la Misa –aunque no específicamente dentro del Sacrificio, dado que Éste tiene un Valor Infinito por sí mismo-:

   “Los domingos descansaban, así como también los numerosos días de fiesta. Por la mañana, cada escuadra partía cantando para el trabajo, precedida por una imagen sagrada. Por la tarde volvían cantando el catecismo o rezando el rosario, cuando no lo hacían en la iglesia. El domingo, después de la misa solemne, con profusión de cantos y música instrumental, se distraían con el tiro al blanco, las carreras de caballos, los juegos de pelota y los conciertos. En las fiestas de la Virgen y los santos patronos, y sobre todo en la festividad de Corpus y la de San Ignacio, se representaban obras de teatro y ‘misterios’ o autos sacramentales, la mayoría compuestos por los mismos misioneros”.[1] En su visita a nuestra  Patria el entonces Cardenal Pacelli –futuro Pío XII- también se refirió a la devoción eucarística que floreció en aquellas Reducciones. Dijo acerca de la religiosidad de los argentinos:

     “Vosotros no sois un pueblo neófito, habéis vivido cuatro siglos de cristianismo, y esos siglos están repletos de hazañas eucarísticas.

     Todos hemos leído entre dulces lágrimas de emoción, las narraciones de aquellas sencillas fiestas eucarísticas, sobre todo de las fiestas del Corpus, que se celebraban en las antiguas reducciones.

     Cantan y bailan los naturales de ellas con inocencia de paraíso y con ritmo bíblico en torno al arca de la Nueva Ley; los bosques dan sus ramas y sus pájaros, la tierra sus flores y sus frutos; hasta los ríos dan sus peces para simbolizar de un modo a la vez primitivo y sublime que es del Señor la tierra y su plenitud; Jesús, desde la Hostia Santa se siente rodeado de corazones coronados con macizas virtudes evangélicas, como si hubiera bajado a su huerto y le acariciara el perfume de las más bellas flores. Allí se veía realizada, como quizá no se ha realizado jamás en la historia, la idea central del presente congreso, el Reinado de Jesucristo en lo que tiene de íntimo para el alma y en lo que tiene de majestuoso para los pueblos. Ni una sola alma, ni una sola institución, podían esquivar los rayos del sol de la Eucaristía”.[2]


Las Reducciones jesuitas del Paraguay, en CaixaForum Madrid | Alfa ...



[1] Lucía Gálvez. Las Mil y Una historias de América.

 

[2] Cardenal Pacelli, Legado Papal, el 10 de octubre de 1934, discurso en la asamblea inaugural del Congreso Eucarístico Internacional.


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