BUENAVENTURA, EXPRESIÓN DEL PENSAMIENTO Y LA ESPIRITUALIDAD FRANCISCANAS Y REPRESENTANTE DE LA CULTURA MEDIEVAL
San Buenaventura (c. 1217 – 15 de julio de 1274), también conocido como el Doctor Seráfico, fue un destacado teólogo, filósofo, místico y cardenal franciscano, una de las figuras más influyentes de la Edad Media.
Nombre de nacimiento: Giovanni di Fidanza
Nacimiento: Hacia 1217, en Bagnoregio, Italia
Muerte: 15 de julio de 1274, en Lyon, Francia
Canonización: 1482 por el papa Sixto IV
Doctor de la Iglesia: Proclamado en 1588 por el papa Sixto V
Vida y formación
Desde pequeño enfermó gravemente y, según la tradición, fue curado milagrosamente por intercesión de san Francisco de Asís. Entró en la Orden Franciscana alrededor de 1243. Estudió en la Universidad de París, donde fue discípulo del gran teólogo Alejandro de Hales.
Obras principales:
"Itinerario de la mente hacia Dios" (Itinerarium mentis in Deum): síntesis mística y filosófica sobre el ascenso del alma hacia Dios.
"Comentario a las Sentencias de Pedro Lombardo": su obra escolástica más importante.
"Vida de San Francisco" (Legenda Maior): biografía oficial de san Francisco.
Sermones, tratados teológicos, místicos y cartas.
Servicio a la Iglesia
En 1257 fue elegido Ministro General de la Orden Franciscana, ayudando a consolidarla y a mantener su unidad interna. Ese mismo año fue nombrado también profesor en París, donde mantuvo una respetuosa relación con Santo Tomás de Aquino.
En 1273, el papa Gregorio X lo nombró cardenal-obispo de Albano, y fue clave en la preparación del Segundo Concilio de Lyon, donde falleció en 1274, probablemente envenenado, aunque la causa exacta es incierta.
Legado
San Buenaventura es uno de los grandes Doctores de la Iglesia, reconocido por su profundo misticismo, su amor por la contemplación y su equilibrio entre razón y fe. Es considerado el "Príncipe de los Místicos" en la tradición católica.
En sus escritos nos alecciona:
"Cristo es el camino y la puerta. Cristo es la escalera; y el vehículo, él, que es la placa de la expiación colocada sobre el arca de Dios y el misterio escondido desde el principio de los siglos. El que mira plenamente de cara esta placa de expiación y la contempla suspendida en la cruz, con la fe, con esperanza y caridad, con devoción, admiración, alegría, reconocimiento, alabanza y júbilo, este tal realiza con él la pascua...
Si quieres saber cómo se realizan estas cosas pregunta a la gracia, no al saber humano; pregunta al deseo, no al entendimiento; pregunta al gemido expresado en la oración, no al estudio y la lectura; pregunta al Esposo, no al Maestro; pregunta a Dios, no al hombre; pregunta a la oscuridad, no a la claridad; no a la luz, sino al fuego que abrasa totalmente y que transporta hacia Dios con unción suavísima y ardentísimos afectos." (Opúsculo sobre el itinerario de la mente hacia Dios)
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