UN REPRESENTANTE OCCIDENTAL DE LA ANTIGÜEDAD TARDÍA: PLOTINO

En el siglo III, el incipiente cristianismo y el neoplatonismo mostraron puntos de contacto. Plotino, uno de los nombres más destacados de esa corriente filosófica, llamó el Uno al principio creador de todo. No es difícil ver en ese concepto la idea de Dios. Más allá de esas semejanzas, la obra de Plotino, volcada a la moral y a la trascendencia, reivindicadora de la virtud y el conocimiento, una filosofía que persigue conocer el sentido de la vida, tiene cosas que decirnos todavía hoy.

Es una cuestión clave para el neoplatonismo y para Plotino entender la vida no solo en clave horizontal, sino en clave vertical. Por eso les interesa encontrar luces para iluminar una dimensión más profunda del ser humano. El neoplatonismo busca un camino de salvación para el ser humano, el encuentro con el bien, la verdad y la belleza.

Al neoplatonismo le debemos esa capacidad de tránsito entre lo visible y lo invisible, encontrar el fundamento de lo que vemos en lo que no podemos ver.

Plotino llega al concepto de Uno por un desarrollo coherente de superación de la lógica platónica, cuyo techo es el Bien. Pero Plotino entiende que debe haber un principio que lo sea de todo, más allá del ser; un principio que debe ser inefable. Esto, en clave cristiana, es lo más parecido a Dios, el principio creador, del bien, de la belleza. Como Plotino piensa que ese principio debe estar más allá de todo, lo llama Uno. Mutatis mutandis, nosotros podemos entender que ese concepto es Dios, que no es una idea, es la fuente del ser. Dios, como unidad de la que procede la multiplicidad de todo.

Información extraída de https://www.nuevarevista.net/dialogo-con-un-neoplatonico-plotino/

Comentarios