LA NACIÓN EN BURKE

Puesto que para Burke no existe el “Hombre” en abstracto (el de los “Derechos del hombre y del Ciudadano” proclamados por la Revolución Francesa), queda claro que para nuestro autor la naturaleza humana se expresa y desarrolla en situaciones existenciales concretas: existen franceses, ingleses, españoles...El hombre se desarrolla históricamente en el seno de una comunidad. Aquí topamos el tema de la nación. Señala Irazusta que para Burke: “...la de ‘nación’ no es una idea sólo de extensión territorial y momentánea asociación de individuos, sino también una continuidad que se extiende en el tiempo...Y ésta no es una elección de un día, o de un grupo de gente, ni una elección tumultuosa y apresurada; es la deliberada elección de los siglos y las generaciones; es una constitución hecha por lo que es diez mil veces mejor que la elección hecha por las circunstancias particulares, las ocasiones, los temperamentos, las disposiciones y los hábitos morales, civiles y sociales del pueblo...El individuo es insensato. La multitud, lo es cuando actúa sin deliberar; pero la especie es sabia, y cuando se le da tiempo, como especie, casi siempre obra rectamente…” (JULIO IRAZUSTA, Introducción a EDMUND BURKE Reflexiones sobre la Revolución Francesa y otros escritos. Ediciones Dictio. Buenos Aires. 1980, p. 30-31). Rubén Calderón Bouchet tiene una obra dedicada a analizar el tema de la “Nación” en los principales autores de la Contrarrevolución. Con respecto a Burke nos dice: “El hombre alcanza (para Burke) su plenitud en un proceso histórico determinado. Puede decirse sin paradojas: no existe el hombre, existe el francés, el inglés, el alemán, el español, etc.; los sistemas políticos son obra de la historia. Un régimen no puede ser el resultado de la momentánea decisión de una asamblea constituyente. Hacer tabla rasa del pasado es contrario a la naturaleza… Para Burke la nación es una realidad social y dejando de lado toda especulación metafísica en torno del espíritu del pueblo o la voluntad general, se ciñe -para discernir sus caracteres- a los datos concretos de la experiencia histórica” (RUBÉN CALDERÓN BOUCHET. Nacionalismo y Revolución. En Francia, Italia y España. Libería Huemul. Buenos Aires. 1985, pp. 39-40). Historia, pues, y no vanas elucubraciones. Mucho menos la pretensión de crear una “nación” de la noche a la mañana por obra de una asamblea integrada por hombres ebrios de ideología.


Comentarios