EVANGELIZADORES Y MÁRTIRES, FUNDADORES DE LA NACIONALIDAD ARGENTINA

Enseñaba Tertuliano, en la Antigüedad cristiana que “la sangre de los mártires es semilla de cristianos”…La construcción de la Cristiandad se llevó a cabo al precio de sangre.

     La siembra de la semilla de la civilización cristiana en nuestras tierras no pudo escapar a esta regla de oro. La Cristiandad hispanoamericana se edificó a partir del esfuerzo abnegado de santos misioneros que lo dejaban todo para irse a tierras extrañas en medio de desconocidos peligros, y a la fecunda sangre de tantos mártires que testimoniaron con sus vidas la Fe en Jesucristo. El origen de la civilización y de la evangelización de nuestra Patria está, pues, íntimamente ligado al trabajo y a la entrega de estos hombres. Mencionaremos, a continuación, a algunos, entre los tantísimos ejemplos que podríamos dar. Para ello seguiremos las obras de autores de probada piedad.

-  San Francisco Solano: “Nuestro santo era andaluz, como que nació en Montilla. Se conoce su partida de bautismo con fecha 10 de marzo de 1549; también que tomó el hábito franciscano a la edad de veinte años (...) llegaron con el Padre Comisario al Tucumán el 15 de noviembre de 1590, luego de hacer escala en Cartagena de Indias y en Panamá, y de haber tocado la villa de Santa María de la Parrilla (...), Lima, el Cuzco, Chuquiabo (La Paz) y Potosí.

   Así que llegó fray Francisco, se lo constituyó doctrinero en Socotonio y la Magdalena. Fue su primer campo de acción y el único estable que tuvo en el Tucumán (...) echóse a visitar los conventos de la custodia (...) Empezó por Esteco (...) Estuvo en San Miguel del Tucumán. A Santiago del Estero llegó por Río Hondo (...) Visitó (...) la ciudad de Santa Fe la Vieja, o de Cayastá, y llegó por fin a Córdoba; regresando a las ciudades de arriba visitó a Salta. Y se puso al cabo en la Rioja, donde paró (...) seis meses (...) hasta que tomó el camino a Lima (...) La santidad de Solano obró, sin duda alguna razonable, el gran prodigio de las innumerables conversiones que registran los procesos.

   Claro que era la suya una santidad a la antigua, incomprensible sin la crucifixión de la propia carne. (...) Los prodigiosos carismas de fray Francisco. Fueron el sello que puso Dios a su santidad”[1].  

- Roque González y compañeros mártires: “Había nacido en Asunción el año de 1571 (...) Sólo pensó Roque en conquistas espirituales y en entrarse clérigo para mejor lograrlas (...)

    Su primer campo de apostolado sacerdotal fue la provincia de Maracayú, río arriba del Paraguay. Después el obispo fray Martín Ignacio de Loyola lo creó cura de españoles en la catedral de Asunción (...) (Finalmente) se hizo religioso de la (...) Compañía de Jesús (...)

   A los seis meses de noviciado comenzó su asombrosa obra misionera.

   Merced a los empeños de los padres Vicente Griffi y Roque González surgís en 1609 la reducción de Santa María de los Reyes de indios guaycurúes, a una legua, río por medio, de Asunción (...)

   El año 1619 echó el padre Roque por otros rumbos. Anhelaba conquistar las márgenes del Uruguay, y tomó por aquella parte el 25 de octubre con tan buen suceso, que antes de terminar el año surgía la primera reducción de Nuestra Señora de la Concepción, a ‘una legua pequña del Uruguay’ en su margen occidental”. Otras reducciones que fueron surgiendo con posterioridad fueron: “San Nicolás de Pirantiní (...), San Francisco Javier de Céspedes (...), Nuestra Señora de los Reyes Magos de Yapeyú (...), Nuestra Señora de la Candelaria del Caazapá-miní (...)

   El 13 de agosto de 1628 fundaba este la Asunción de Yjuhí, con 400 indios de buena índole. Su intento era doble: reducir infieles y neutralizar con ellos el ascendiente que ejercía en la región el famosísimo hechicero Nezú, indio de pésima condición, vida escandalosa, y que, para colmo, ‘se hacía dios entre ellos’ (...)

   Viendo este desbaratado personaje que lo que los padres predicaban era tan contrario a sus malas costumbres, y evitaban tener muchas mujeres, y los demás pecados, convocó a los caciques junto a su manida de los bosques y los conjuró a acabar con los hombres de sotana (...)

   Los padres Roque González de Santa Cruz y Alonso Rodríguez fueron las dos primeras víctimas inmoladas en la mañana del miércoles 15 de noviembre de 1628, a golpes de porras con piedras enhastadas (...)”

   Los mártires fueron “beatificados por Pío XI el 28 de enero de 1934, y canonizados por Juan Pablo II en Asunción el 16 de mayo de 1988”.[2]

- Antonio Ruiz de Montoya: “Era nuestro jesuita, limeño de origen y maestro consumado en la lengua guaraní, de la cual entre otra obras, escribió un Arte y Vocabulario. Escondía su alma valiosos quilates (...)

   Los once pueblos que fundó (...) que habían logrado juntar de mil y dos mil familias cada uno, sucumbieron, entre los años 1629 y 1631, al asalto de los mamelucos paulistas”.[3]

   Gracias a la intercesión de Ruiz de Montoya, concedió el Rey Felipe IV permiso a los indios de las Reducciones para armarse con armas de fuego, y defenderse, de este modo, de aquellos ataques. Con el correr de los años las milicias guaraníes se convirtieron en la fuerza militar más importante de la región.

- Nicolás Mascardi: “El padre Mascardi es la figura sobresaliente de las misiones del Nahuel Huapi y de la conquista espiritual del extremo sur por el lado de la Cordillera.

   Nacido en Salzana (Italia) por el mes de setiembre de 1624, entróse jesuita el año de 1638 en Roma (...)

   En 1652 llegó a Chile, donde acabó sus estudios teológicos (...)

   El padre Mascardi era rector del colegio de Castro, en el archipiélago de Chiloé, el año de 1666 (...)

   Una india (...) que los puelches llamaban reina, se propuso que también los suyos de allende la Cordillera conociesen a Dios. Y fue tal su ascendiente sobre el rector de Chiloé, que lo llevó a conseguir formal promesa de su Provincial, de confiarle la misión del Nahuel Huapi apenas concluidos los años de rectorado.

   El padre Mascardi se propuso partir ‘solo y sin español ninguno, que no quiso llevar sino un niño que le ayudase a misa’. Decidió ‘ir apostólicamente, a pie, por cordilleras, nieves, riscos y peñascos’ (...)

   En la segunda mitad de 1669, ya estaba Mascardi evangelizando a los puelches y poyas de las riberas del Nahuel Huapi.”[4]

   Impulsado por el deseo de encontrar la mítica ciudad de los Césares, en la que según creencias de la época se encontrarían muchos españoles sin asistencia sacerdotal, decidió Mascardi iniciar su búsqueda. Cuatro excursiones realizó por el sur. Iba ya a pie, ya a caballo, con un  grupo de poyas. En la última, atacado por indios infieles murió mártir.

 

- Antonio Sepp: “Nacido en el Tirol, bajo el imperio austríaco, el 22 de noviembre de 1655, desembarcó en Buenos Aires el 6 de abril de 1691, siendo ya sacerdote jesuita de votos perpetuos.

   Se estrenó como misionero en la reducción de Nuestra Señora de los Reyes de Yapeyú, fundada por San Roque González de Santa Cruz el 4 de febreo de 1627, en la margen derecha del Uruguay.”[5]

   La labor del Padre Sepp ‘comenzaba al canto del gallo’. Luego visita al Santísimo y meditación. Al toque de campana el Angelus y la Misa. Después de Misa al confesionario. Más tarde al catecismo para los niños. enseguida la visita a los enfermos, y la asistencia a los moribundos. Luego a las escuelas y a los talleres de artes y oficios. Todavvía tenía tiempo Sepp para el arte de sus predilecciones, que era la música, “hasta constituir en la (reducción) de Yapeyú un centro benéfico de irradiación musical”.

- Pedro Ortiz de Zárate y compañeros mártires: “Pedro Ortiz de Zárate nació en la ciudad de San Salvador de Jujuy, en 1622 (...) Sus padres fueron don Juan Ochoa de Zárate y su madre, doña Bartolina de Garnica. Entre los tíos de Pedro, se distinguía  don Juan Ortiz de Zárate, el famoso adelantado del Río de la Plata.

   Gracias a sus servicios al rey, sobre todo durante las guerras calchaquíes y del Chaco, los Zárate recibieron mercedes en tierras y en encomiendas que se extendían por leguas y leguas (...)

   Como hidalgo, él estaba destinado a ocupar cargos directivos en el gobierno municipal y, como único hijo varón, todos depositaban en él las más halagüeñas esperanzas de que tendría bien en alto el honor y el prestigio familiar (...)”.

   Pedro se casó con la hija de una familia rival de los Zárate, Petronila de Ibarra. De esa unión nacieron dos hijos: Juan y Diego. “(...) tanto por su formación ética como por su hondo sentido de responsabilidades, fue un administrador excelente y un encomendero querido y respetado (...)”. Todo iba bien en la vida de Pedro, cuando en un accidente fallece su esposa. Pedro tenía 32 años. A partir de este momento su vida cambió. Estudió en Córdoba, y terminó ordenándose de sacerdote. Después de la ordenación volvió a San Salvador de Jujuy donde fue Cura párroco. En esa zona siempre hubo grupos de indios que no terminaron de ser pacificados. En esa circunstancias don Pedro organizó una gran misión evangelizadora. “Después de intensos preparativos, en los que las autoridades y pueblos fueron involucrados, hacia fines de 1683, la cruzada, encabezada por don Pedro y por los misioneros jesuitas Antonio Solinas y Diego Ruiz, y acompañada de un nutrido grupo de ayudantes y criados, se puso en marcha (...) La meta era la actual comarca de Orán (Salta), donde fijaron sus tiendas.

   La acogida de los indios fue muy buena (...) A los pocos meses, los misioneros pudieron formar un pueblito o reducción, de unas dos mil almas. (...)

   Los enemigos más recalcitrantes eran los hechiceros de cada clan (...)

    En las primeras horas del 27 de octubre de 1683 “mientras los misioneros se hallaban indefensos entre indios amigos, los hechiceros y sus fautores los acometieron con suma gritería y les quitaron las vidas con dardos y macanas (...) Después, mataron a otras dieciocho personas que se hallaban en aquel puesto de Santa María: dos españoles, un negro, un mulato, dos niñas, una india y once indios (...) Fueron a celebrar el triunfo con las cabezas y brindaron con el cráneo hasta caer en la embriaguez.”[6] 

 

SAN FRANCISCO SOLANO - Andalucía en América

[1] Bruno, Cayetano. Apóstoles de la evangelización en la cuenca del Plata.

[2] Ídem.

[3] Ídem.

[4] Ídem.

[5] Ídem.

[6] Fray Contardo Miglioranza. Santos argentinos.


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