ZACARÍAS DE VIZCARRA, APÓSTOL DE LA HISPANIDAD

Zacarías de Vizcarra fue un sacerdote español que desempeñó su ministerio durante veinticinco años en Argentina. En 1926 publica el artículo “La Hispanidad y su verbo”, donde cuestionaba el término “Raza” para referirse a la fiesta del 12 de octubre: “no me satisfacía el nombre de Día de la Raza, que iba adquiriendo cada vez mayor difusión. Era necesario encontrar otro nombre que pudiera reemplazarlo con ventaja. Y no hallé otro mejor que el de 'Hispanidad', prescindiendo de su anticuada significación gramatical y remozándola con dos acepciones nuevas, que describía yo así en una revista de Buenos Aires que no tengo a mano: ‘Estoy convencido –decía en ella– de que no existe palabra que pueda sustituir a 'Hispanidad'… para denominar con un solo vocablo a todos los pueblos de origen hispano y a las cualidades que los distinguen de los demás. Encuentro perfecta analogía entre la palabra 'Hispanidad' y otras dos voces que usamos corrientemente: 'Humanidad' y 'Cristiandad'.”[1]

      En el año 1933 Episcopado Argentino propuso completar la fiesta civil del 12 de octubre, que había sido promovida en el año 1917 por el Gobierno de Hipólito Yrigoyen, con una fiesta religiosa: “El Episcopado argentino, deseando resaltar a los ojos de los fieles el significado religioso de la fecha del 12 de octubre…dispone que…pueda celebrarse, en todos los templos y oratorios de la República, por cualquier sacerdote que oficie en ellos…la Misa solemne de la Santa Cruz…, con Gloria y Credo y con ornamentos de color encarnado; y que, para completar…la significación del hecho conmemorado, se añadan, después de la oración de la Santa Cruz…, dos colectas imperadas…, a saber: la de la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora y la del Apóstol Santiago”.

Con motivo de este decreto el padre Vizcarra escribe “La Vocación de América”.

     Con motivo de este decreto el padre Vizcarra escribe “La Vocación de América”. Después de un primer capítulo dedicado a reflexionar sobre lo que significa el 12 de octubre para América, desarrolla otros cinco capítulos en los que analiza la relación entre América y las Misiones, América y la Santa Cruz, América y la Inmaculada, América y el apóstol Santiago, América y la Sagrada Escritura.

     En primer lugar, deja bien en claro que América es producto de una enorme actividad misionera llevada adelante con un enorme celo apostólico. Este impulso misionero queda puesto de manifiesto en la acción de Colón y de sus compañeros, y en la determinación de Isabel la Católica, Carlos V y Felipe II, los capitanes y soldados que llevaron adelante la empresa conquistadora, en las Leyes de Indias que establecían como objeto principal de la presencia española en América la difusión del Evangelio, y –en lo que respecta a nuestro territorio rioplatense- en la ordenanzas dadas por Ramírez de Velazco y por Hernandarias. Señala además la sincera piedad de los indios y la gratitud a los mensajeros del Evangelio.

     En el capítulo siguiente, el padre Zacarías de Vizcarra deja bien en claro que toda empresa misionera tiene por primer objeto plantar el árbol de la Cruz:

     “El 12 de octubre de 1492, en el mismo año en que la Santa Cruz fue levantada triunfante por el Cardenal Mendoza en la torre más alta de Granada…la Santa Cruz tomó posesión del Nuevo Mundo, e inició la conquista espiritual y pacífica de los paganos de nuestro continente, que fueron incorporándose…al imperio de Cristo Rey.

Por eso el Episcopado Argentino…ha determinado que tan Fausto acontecimiento se conmemore con la Misa Votiva solemne de la Santa Cruz…

Nuestra Capital (Buenos Aires), por voluntad de su fundador, y quizás por designio de la Providencia, ostenta desde su nacimiento, como emblema de su misión, una Cruz sostenida por la poderosa garra de un águila…”

     En el capítulo IV, “América y la Inmaculada”, el autor nos muestra que en una auténtica evangelización no puede estar ausente la Madre, que da a luz a nuevos hijos:

     “En la primera Epifanía de Belén, fue María la que presentó a su Divino Hijo, en sus brazos, a la adoración de los Reyes Magos…

     En la segunda Epifanía del 12 de octubre, fue también la Virgen María la que trajo a este continente, a bordo de las naves castellanas, la luz del Evangelio y el conocimiento del Salvador…

     (Los proyectos de Colón) encontraron el primer apoyo y decisiva protección en Santa María de la Rábida…

     En honra de la Virgen…la nave capitana (del primer viaje de Colón)…se le llamó Santa María…”

     Aunque toda América es patrimonio especial de la Santísima Virgen, tiene nuestra Capital sus particulares títulos para considerarse ciudad mariana, desde su primera fundación…

     Mendoza…llama a la nueva ciudad ‘puerto de Nuestra Señora del Buen Ayre…Su segundo fundador, Juan de Garay, conservó al puerto su antiguo nombre de ‘Santa María de Buenos Aires, aunque llamó a la nueva ciudad… ‘Santísima Trinidad’…y, al entregar el mando a las nuevas autoridades municipales, les toma el juramento ‘por Dios y por Santa María’.”

      El capítulo V es denominado “América y el apóstol Santiago”. El gran patrono de la Hispanidad no podía ser dejado de lado en una celebración de la Vocación de América, “por ser éste el Padre y Fundador de la Iglesia que se extendió por todo el Nuevo Mundo, y por corresponder a su herencia espiritual las frondosas ramas del árbol plantado por él en la Península Ibérica”. Y citando a Dom Guéranger afirma:

     “…cuando los reyes Católicos arrojaron al otro lado de los mares a la turba infiel…el valiente jefe de los ejércitos de España se despojó de su brillante armadura…

Subiendo a la barca de pescador de hombres y rodeándose de las flotas de Cristóbal Colón, de Vasco de gama o de Alburquerque, los guiará por mares desconocidos…

Para traer su contribución a los trabajos de los Doce, Santiago acarreará del Occidente, del Oriente, del Mediodía, mundos nuevos que renovarán el estupor de Pedro, a la vista de tales presas.”

Finalmente el Padre Vizcarrra se refiere a América y la Sagrada Escritura, indagando cómo en las profecías del Antiguo Testamento se señala ya la llamada de un pueblo lejano a la Luz del Mesías:

     “En aquel tiempo…el pueblo dividido y rasgado, el pueblo terrible, después del cual no hubo otro, la nación que espera y más espera…cuyas tierras arrebataron las corrientes de aguas, llevará ofrenda al Señor de los Ejércitos, al lugar donde se invoca el nombre del Señor de los ejércitos, al monte de Sión.” (Isaías 18)   


 

[1] Un hecho de trascendental importancia fue también la coronación que en el año 1928 hizo el Primado de España, Cardenal Pedro Segura (legado especial de S.S. Pío XI), en presencia del rey Alfonso XIII, de la Virgen de Guadalupe de Extremadura como Reina de la Españas.


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