LEÓN, EL DEFENSOR DE LA UNIÓN HIPOSTÁTICA

León fue elegido papa a mediados del siglo V. Su pontificado (440-461) no sólo fue el más largo del siglo y uno de los más largos de la Antigüedad cristiana, sino también uno de los más gloriosos, aunque no estuvo exento de revueltas político-sociales y teológico-eclesiales. Ha sido el primer papa que nos ha dejado una obra literaria considerable. Su persona y su pontificado se insertan en lo que se ha venido llamando la «Edad de Oro de la Patrística (325-450). Junto a san León aparecen figuras de la talla de los dos «Grego-rios», el de Nisa (335-385) y el de Nacianzo (330-390), san Basilio (330-379) y san Atanasio (328-373), entre los Padres Orientales; san Hilario de Poitiers (310-367), san Ambrosio de Milán (337-397), san Jerónimo (331-419) y san Agustín (354-430), entre los Occidentales. León no cuenta con ninguna biografía antigua que aporte información acerca de su persona, su vida y su tarea de gobierno al frente de la Iglesia. Pero aún así, contamos con distintas fuentes que nos suministran los datos fundamentales que nos permiten adentrarnos en el conocimiento de la persona de un papa, de un santo y de un doctor de la Iglesia del siglo...
   Uno en particular ocupó y preocupó el corazón del papa León Magno: predicar y proclamar a Jesucristo, una única Persona con dos naturalezas, humana y divina. Decir que Jesucristo es una persona no es sólo afirmar un enunciado metafísico, sino «confesar que el único Hijo de Dios es el Verbo y también hombre». La Iglesia, en los primeros concilios, ha ido recogiendo lo esencial de su fe en Jesucristo: es verdadero hombre (en su lucha contra los docetas); es verdadero Dios (en su lucha contra los arrianos); es una sola persona (en su lucha contra nestorianos y monofisitas). Se trata de una especie de triángulo cristológico, en el que la humanidad y la divinidad representarían dos ángulos y la unidad de la persona el vértice. Pues bien, León Magno, <teólogo de la unión hipostática, fue el verdadero maestro en el diseño de este vértice triangular. Un diseño que encontró precisión teológica y validez canónica en el Concilio de Calcedonia, pero que fue elaborándose paulatinamente gracias a figuras como la suya que, movidos por el Espíritu Santo, se adentraron en el conocimiento de la persona de Jesucristo, el Hijo de Dios que, una vez hecho hombre, tiene dos naturalezas: la divina eternamente recibida del Padre y la humana formada en el seno de la Virgen María. Este es el misterio que hace de Jesucristo un caso único en la historia: una Persona divina en una naturaleza humana y una natura-leza humana, sin persona humana. (JUAN CARLOS MATEOS GONZÁLEZ)

Comentarios