HILAIRE BELLOC, HISTORIADOR Y TESTIGO

     “(La Celle, 1870 - Guildford, 1953) Ensayista, novelista, humorista y poeta británico. Hijo de madre inglesa y padre francés, católicos ambos, estudió en Oxford, sirvió durante algún tiempo en la artillería de Francia y más tarde, en 1902, tomó la ciudadanía británica. Fue miembro del Parlamento desde 1906 hasta 1910, año en que, no satisfecho por la política inglesa, se retiró a la vida privada.
     Su nombre figura junto al de G. K. Chesterton, sobre el que ejerció una indudable influencia; con él llevó a cabo en perfecto acuerdo una intensa campaña de propaganda del catolicismo y contra la civilización industrial…Ambos lucharon por el sentido común de antaño, el consuelo de la religión, el goce simple de los bienes de la existencia y la alegría honrada; y los dos también se valieron de un estilo paradójico, salpicado de sorpresas, exabruptos, extravagancias, ironías e improperios…

…Son interesantes sus catorce colecciones de ensayos (On Nothing and Kindred subjects, On Something, On Everything, etc.), y sus veinte libros y monografías de carácter netamente histórico que abarcan desde la interpretación de las Cruzadas y de las grandes herejías hasta estudios sobre personajes como Carlos I de Inglaterra, Oliver Cromwell, Luis XIV o Robespierre…” (Información extraída de https://www.biografiasyvidas.com/biografia/b/belloc.htm)

     En muchas de sus obras nuestro autor se dedicó a analizar en profundidad las raíces de la civilización occidental, su derrotero y la crisis desencadenada a partir de la Modernidad. Esto se puede apreciar en libros como La crisis de nuestra civilización, Así ocurrió la Reforma o Europa y la fe. De este último ensayo extremos las siguientes líneas, sumamente luminosas:

     “Afirmo nuevamente…: la Iglesia es Europa, y Europa es la Iglesia.
     La conciencia católica de la historia no se inicia con el desarrollo de la Iglesia en la cuenca del Mediterráneo. La antecede en mucho. El católico conoce el terreno en el que creció la planta de la Fe. En modo al que ningún hombre se atreve, entiende cómo el esfuerzo militar romano, la causa de su choque con el tosco y mercantil imperio asiático de Cartago, los frutos obtenidos de la luz ateniense, el nutrimento proporcionado por el irlandés y el británico, las tribus galas, con sus ideas terribles, pese a su confusión sobre la inmortalidad, el parentesco que nos une con el ritual de religiones profundas no obstante su falsedad, y aun el antiguo Israel…fueron , al menos en la antigua revelación, cosas principales, y…sagradas, dedicadas a una misión peculiar.
…El proceso de nuestra historia es fácil, natural y total. También es definitIvo, terminante.” (HILAIRE BELLOC. Europa y la Fe. Traducción de E. A. Lanús. Editorial Sudamericana. Buenos Aires. 1967, pp. 9-10)

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