El siglo IV se caracterizó por las profundas disputas cristológicas que sacudieron al Imperio Romano, ya convertido al cristianismo. El arrianismo, doctrina que negaba el carácter divino de Cristo, fue la que más conflictos produjo. El Concilio de Nicea la condenó en el año 325, pero las controversias continuaron. Uno de los principales defensores de la ortodoxia, entre otras célebres figuras, fue San Hilario de POITIERS.
Dejamos a continuación dos textos que nos dan una breve reseña sobre este Padre de Occidente.
Hilario nació en Poitiers, Francia, alrededor del año 300. Sus padres eran muy ricos y se aseguraron de que él recibiera una buena educación. Hilario se crió pagano. Los paganos adoraban a muchos dioses. Eso no tenía sentido para Hilario. Él pensaba que sólo podía haber un Dios verdadero. Para obtener más información, Hilario leyó las Escrituras. Al conocer a Jesús en los Evangelios y al aprender lo que Jesús enseñó acerca de Dios Padre el corazón de Hilario cambió. Fue bautizado y se convirtió en cristiano.
Hilario era casado y tuvo una hija, así que fue sorprendente cuando fue elegido para ser el obispo de Poitiers. Pero en aquellos días, los obispos eran elegidos por los sacerdotes locales y aprobados por el pueblo. Hilario fue respetado por su inteligencia y su modestia. La gente pensaba que sería un buen líder.
En ese tiempo, un sacerdote llamado Arrio estaba predicando que Jesús no era verdaderamente Dios. Esto era una herejía, o falsas enseñanzas, pero muchas personas, incluyendo el emperador, comenzaron a creer en la predicación de Arrio. Hilario se opuso a las ideas de Arrio y habló en contra de él. Él quería que todos supieran que es por medio de Jesús, el Hijo único de Dios, que hemos sido salvados. El emperador castigó a Hilario enviándolo lejos a una parte de la antigua Grecia que se conoce hoy como Turquía.
Hilario hizo un buen uso de sus cuatro años en el exilio. Escribió libros y sermones importantes acerca de la Santísima Trinidad y compuso himnos que expresan las creencias de nuestra fe. Cuando finalmente se le permitió regresar a Poitiers, la gente se reunió en la plaza del pueblo para animarlo. Pasó el resto de su vida escribiendo y predicando. Murió alrededor de 368 y fue nombrado Doctor de la Iglesia por el Papa Pío IX en 1851.
(http://www.saintsresource.com/espanol_hilario-de-poitiers)
San Hilario, nacido a comienzos del siglo IV en una familia pagana, se convirtió al cristianismo siendo ya adulto. Hacia el 350 ocupó la sede de Poitiers. Desde que fue consagrado obispo. Toda su actividad eclesiástica y literaria giró en torno a la defensa de la ortodoxia frente a los arrianos y el emperador Constancio. El año 365 asistió a un concilio en Galia, donde se decretó su deposición y destierro a Frigia, en razón de la postura francamente antiarriana que había asumido...
Vuelto a su sede, el año 359, luchó como pocos contra la herejía dominante. De Hilario ha dicho el cardenal Pie, su sucesor en la diócesis de Poitiers durante la segunda mitad del siglo XIX, que sin él las Galias habían zozobrado en el abismo de la herejía, quedando reducido el cristianismo a un Cristo meramente terreno. A combatir dicha herejía dedicó toda su vida. Sus escritos, sus viajes, sus exilios, sus oraciones no tuvieron sino ese objeto: afirmar la divinidad del Verbo, la divinidad de Cristo y, por consiguiente, del cristianismo...
Tanto admiraba el cardenal Pie a su glorioso antecesor que le pidió al papa Pío XI lo declarase Doctor de la Iglesia. Cuando el Papa accedió a su pedido, el obispo de Poitiers pronunció una espléndida homilía donde señalaba la actualidad del pensamiento de San Hilario:
“Que salga de su tumba, que vuelva en medio de nosotros el gran defensor de la consustancialidad del Verbo, el campeón de la inmutabilidad de la verdad revelada. Estamos en pleno arrianismo, porque estamos en pleno racionalismo. Arrio no arrebató al Verbo de Dios su divinidad sino para poner la creatura a su nivel; y la filosofía contemporánea no proyecta rebajar al Verbo divino sino para igualarse a él, digo mal, para elevarse por encima de él. ¡Huesos de Hilario, temblad de nuevo en vuestro sepulcro y clamad una vez más: “Señor, ¿quién es semejante a ti?”."
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